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Artista, ilustrador, creador – Bob MacNeil

Abril de 2010

Biodata


Bob MacNeil

Nacido en: 1971, Nueva Jersey, EE. UU.
Ámbitos de trabajo: P rofesional: digital (Adobe Photoshop e ilustrador); en tiempo libre: acuarela y acrílico
Estudios: Licenciado por la Escuela de Bellas Artes y Arte Industrial de Newark; autodidacta en medios digitales
Premios: (individuales y colectivos como componente de equipos) American Corporate Identity 20 por el rediseño de la marca Skippy; Creativity 33 por el rediseño de la marca de Skippy Peanut Butter; American Graphic Design Awards por el rediseño de la marca de queso Dofino; American Graphic Design Awards por Mott's Fruit Blasters; Art Director's Club of New Jersey por el diseño de la marca de Mott's Fruit Blasters; American Corporate Identity por The Roll; American Corporate Identity por el rediseño de Popsicle; y American Corporate Identity por el diseño del envoltorio de Skippy Squeeze Stix
Hobbies: cinturón negro de Taekwondo
Página web: www.taminglight.com

Bob MacNeil, el galardonado diseñador de marcas y productos, dibujó una ilustración de un “secuestrador de patentes” (“patent troll”) (véase Revista de la OMPI 1/2010) para una conocida revista, y ésta gustó tanto que el autor se la encontró más tarde copiada y utilizada ilegalmente por los propios defensores de la propiedad intelectual. Con ello se creó una situación bastante irónica, a la que se puso remedio en cuanto el autor se puso en contacto con los infractores. En esta conversación con la Revista de la OMPI, habla de sus primeras experiencias infantiles como artista, de cómo Internet se ha vuelto una herramienta imprescindible, que lo conecta con el mundo exterior y amplía su mercado de trabajo, y da consejos a los jóvenes que deseen seguir sus pasos.


Lápiz y rotulador, alrededor de 1977-78. El dibujo en
el que Bob MacNeil volcó todas sus esperanzas a la
edad de siete años.

¿Cuándo empezó a dibujar? ¿Cuándo empezó a ganarse la vida con el dibujo?

Mis dibujos más antiguos son de cuando tenía unos seis años. Un año o así más tarde, hice una prueba para un curso de arte por correspondencia que vi anunciado por la tele. Curiosamente, ese anuncio aún se emite hoy en día. Tras realizar la prueba, esperaba que me llovieran los elogios. Pero los excelsos ocupantes de aquel trono artístico me informaron de que lamentablemente mi trabajo no era lo bastante bueno: yo no tenía madera de artista. Supongo que, a la edad de siete años, mis sueños eran más grandes que mis facultades, pero el resultado me espoleó a demostrarles que se equivocaban.

Mi familia es una familia de artistas -tanto profesionales como aficionados-, y fui bastante afortunado de estar rodeado de personas que respaldaban mi creatividad. Para ellos era evidente que en el futuro iba a ejercer una profesión creativa. Mi primer trabajo oficial como ilustrador fue producir una serie de imágenes a pluma para un pariente que tenía una imprenta. Esa experiencia no tuvo precio. Pude trabajar directamente con un cliente mientras aún cursaba estudios de arte. Con el tiempo, llegué a recopilar una buena carpeta de trabajos y conseguí mi primer empleo sin la ayuda de la familia ni de amigos, diseñando estands para expositores en tiendas y centros comerciales.

¿Cómo se gana la vida como artista?

Trabajo a jornada completa en un estudio que diseña y desarrolla máquinas tragaperras, y por mi cuenta en animación y juegos de video. En pocas palabras, no tengo tiempo para dormir. Pero no me quejo, es un trabajo que disfruto mucho. Durante los últimos 19 años me ha permitido participar en casi todos los tipos imaginables de actividad creativa, aunque a lo que más me dedico es al sector del entretenimiento.

Ahora tengo el punto de mira puesto en el mercado infantil. Espero algún día llegar a ser un ilustrador-autor con obras publicadas. Hasta entonces, tendré que seguir sin dormir.

¿Dónde encuentra la inspiración?

Mi hija es una gran fuente de inspiración y motivación. Me permite comportarme como un niño y eso hace que mis ideas se renueven y revitalicen sin parar.

Otros artistas han sido siempre una fuente de inspiración. Dicho eso, creo firmemente que si te “inspiras” demasiado en otro artista, tu trabajo puede adoptar involuntariamente características de su trabajo. En este sentido, intento no encasillarme, por lo que citar a alguien en concreto es difícil. Tengo una fuerte propensión al arte de animación y últimamente me he estado fijando mucho en los nuevos artistas que surgen en Francia.

¿Es importante el derecho de autor para usted? ¿Por qué?

Desde luego. Creo que es importante porque reconoce y protege a los artistas. La Ley de derecho de autor de 1976 proporcionó a los artistas una semblanza de seguridad en su trabajo. Más tarde, la reintroducción de la ley definiendo las obras huérfanas* resaltó la importancia del derecho de autor para la protección de mis obras, lo convirtió en una necesidad. Los artistas luchan mucho para llegar a vivir de su oficio. Yo no puedo entrar en una tienda de muebles y llevarme un sofá así por las buenas, simplemente porque nadie dice que sea suyo. ¿A santo de qué alguien tendría que poder hacer eso con mis obras artísticas?


Digital. Desde que inauguró su página web en 2006,
Bob MacNeil ha recibido más de 100.000 visitantes.

¿Qué piensa de los nuevos medios como Internet?

Me encanta Internet como herramienta. Yo vivo en el este de los Estados Unidos, en Nueva Jersey. No es precisamente un hervidero de empresas de animación y juegos de video, por lo que Internet me ha sido indispensable para ampliar mi cartera de clientes, incluso más allá de lo que jamás habría imaginado. También me ha abierto posibilidades a nuevos públicos, porque puedo ver cómo responde la gente a lo que pongo en mi página web. El método tradicional de insertar anuncios caros en guías de servicios ha sido reemplazado por la facilidad de Internet. Parece ser el vehículo predilecto para darse a conocer. Si sabes diseñar una presentación atractiva en la web y colocarla en una tienda virtual o en YouTube, puedes llegar a millones de personas. Y si eres constante y profesional en tu presencia, las oportunidades te saldrán al paso.

Si Internet también representa una amenaza lo bastante peligrosa para mi actividad profesional, está aún por ver. Mantener los activos, la presencia y las relaciones profesionales en la red exige vigilancia.

¿Se ha utilizado alguna vez su trabajo artístico sin su permiso?

Irónicamente, mi ilustración del “secuestrador de patentes” fue utilizada sin mi permiso. Me puse en contacto con los “infractores” y les pedí que retiraran la imagen o que adquirieran los derechos correspondientes de uso. Todos aquellos con quien he contactado han retirado la ilustración o me han remunerado debidamente por su uso. Sí, sí, “todos”, pues ha habido más de uno.


Digital. Bob McNeil trabaja en
distintos estilos, que combina
a la perfección.

Ver que mi trabajo se utiliza de esa forma me crea sentimientos contradictorios, buenos y malos a la vez. Es halagador ver que mi trabajo es considerado mejor que otros que se pueden encontrar en la red. Pero también me molesta que yo haya dedicado tiempo y esfuerzo a una imagen y que alguien piense que la puede usar para sus propias necesidades sin pedir ningún tipo de permiso.

¿Dónde pondría la frontera entre la inspiración y la copia pura y dura?

Debería existir una frontera que impidiese que un artista le quitase trabajo a otro más consolidado porque puede ofrecer un producto similar a una tarifa muy inferior. Estas fronteras muchas veces se transgreden porque aquellos que encargan trabajos con derechos de autor fomentan y apoyan este tipo de prácticas. Lo único que se puede hacer para impedir o controlar estas situaciones es educar e informar a aquellos que las perpetúan.

¿Qué consejos daría a los ilustradores que están dando sus primeros pasos?

Que se preparen para lo que puede ser un largo y arduo camino de mucho trabajo. Para un reducido número de personas que quieren ser ilustradores, las cosas pueden ir llegando con bastante facilidad; pero, por desgracia, ésa no es la norma.

La evolución típica de un ilustrador es lenta y prolongada hasta que llega a dominar la técnica escogida y a saber gestionar la parte administrativa de su actividad, que puede ser lo más tedioso. Las personas creativas quieren dedicarse a crear. No quieren tener que pensar en si les toman el pelo económicamente, o en cómo gestionar los impuestos, presupuestar el trabajo, administrar su tiempo personal, o incluso sus vidas, y el dinero que ganan, que por desgracia no siempre llega a la cuenta bancaria de forma regular.

Estos escollos pueden ser factores decisivos para prosperar en la profesión o no. Una vez se adquiere una buena noción de las cuestiones administrativas -que se llega a adquirir- hay que aprender a lidiar con las críticas injustas de un trabajo en el que has puesto todo tu esfuerzo y empeño, y con la interminable sucesión de negativas que recibes y que puede hundir al más fuerte de los espíritus. Parece mucha cosa, y lo es, pero todo aquél que pueda decir que no le importan todos los trámites y las dificultades porque le encanta pintar, dibujar, crear... esa persona tiene muchos puntos para abrirse camino como ilustrador.

Yo recomiendo que cualquiera que sea lo bastante insensato para iniciar este viaje, lo haga a paso de caracol. No hay ninguna necesidad de meterse en algo grande ya de entrada; empezar por lo pequeño y encontrar la propia voz artística. La ilustración no es sólo una profesión que te exige ser un artesano habilidoso, sino también un ejercicio de humildad. El ilustrador se ve a menudo como una pieza más de un engranaje mucho mayor, sobre todo en sus inicios. El respeto y el reconocimiento llegan con la experiencia: ¡que nadie los espere desde el primer día!


Digital. El trabajo de Bob McNeil es primordialmente
digital, pero el conocimiento de los principios básicos
-saber dibujar y pintar por los medios tradicionales-
es lo que hace que su trabajo sobresalga.

Otro aspecto importante es que, con el auge de los medios digitales, hay una tendencia a prescindir de ejercitarse en los fundamentos del arte y saltar directamente a la computadora. Y eso es fatal. Antes hay que aprender a dibujar y a pintar. Esos principios básicos son los que te distinguen de la masa y, a la larga, el trabajo será mucho más gratificante. Yo uso los medios digitales por la velocidad que me proporcionan; pero ¡ojo!, me inicié en la profesión sin haber tocado jamás una computadora. Y lo hice así porque me parecía esencial aprender las técnicas básicas. No se puede construir una casa sin unos sólidos cimientos.

¿Cómo se siente respecto a su trabajo?

Me encanta lo que hago. Me encanta porque es lo que soy. No hay muchos trabajos que te permitan crecer y desarrollar tus facultades constantemente. ¡Y no hay muchos trabajos que te permitan trabajar en pijama! De hecho, la ilustración y la creación artística en general son, en mi opinión, la mejor forma de ganarse la vida.

Es un asunto serio, por lo que hay que tratarlo como tal, pero también puede ser muy divertido. Es muy gratificante ver tu obra una vez ha sido impresa y divulgada. A veces entro en una tienda y tengo la sensación de que mi carpeta se ha venido conmigo. Me pagan por crear, que es lo que me gusta hacer. ¿Hay algo mejor que eso?


*Obras cuyos autores o titulares de derechos son desconocidos o son imposibles de identificar o localizar.

Sylvie Castonguay, División de Comunicaciones de la OMPI

El propósito de OMPI Revista es fomentar los conocimientos del público respecto de la propiedad intelectual y la labor que realiza la OMPI, y no constituye un documento oficial de la Organización. Las denominaciones empleadas en esta publicación y la forma en que aparecen presentados los datos que contiene no entrañan, de parte de la OMPI, juicio alguno sobre la condición jurídica de ninguno de los países, territorios o zonas citados o de sus autoridades, ni respecto de la delimitación de sus fronteras o límites. La presente publicación no refleja el punto de vista de los Estados miembros ni el de la Secretaría de la OMPI. Cualquier mención de empresas o productos concretos no implica en ningún caso que la OMPI los apruebe o recomiende con respecto a otros de naturaleza similar que no se mencionen.