La música y el cine: entrevista con Randall Poster
Por Catherine Jewell, División de Comunicaciones de la OMPI
¿Qué banda sonora cinematográfica fue la última que escuchó usted? Creo que todos estaremos de acuerdo en que cuesta imaginarse ver una película que carezca de música. La música eleva la experiencia emocional de las películas; convierte lo mundano en mágico, añadiendo vigor y riqueza a las imágenes visuales y transportándonos a otra realidad; modela su atmósfera, aportando una intensidad de color y un significado a los personajes, a los diálogos y al argumento que no se podrían conseguir de otra forma.
El supervisor musical es el encargado de encontrar y seleccionar la música y combinarla con los aspectos visuales de una película. Para ello es necesario contar con conocimientos amplios en materia musical y de negociación de licencias musicales, a fin de actuar de puente entre el aspecto creativo y el comercial dentro del proceso cinematográfico. Randall Poster lleva más de 20 años desempeñando esa labor con mucho éxito. Ha supervisado la música de más de 100 películas, entre las que se encuentran éxitos recientes como El gran hotel Budapest, Boyhood (Momentos de una vida) y Siempre Alice. En esta entrevista, Randall Poster nos explica las distintas dimensiones de la labor que desempeña.
¿Cuáles son los aspectos fundamentales de la función del supervisor musical?
Mi trabajo consiste en elaborar y ejecutar, junto con el director y el productor, una estrategia musical para la película. Lo que hago, dentro del proceso de realización de una película, depende del carácter musical inherente a esta. Hay películas que presentan un elemento musical fuerte y dinámico ante la cámara, con actores o músicos que interpretan o ejecutan piezas musicales delante de la cámara; pero, en otros casos, el reto consiste en encontrar el sonido musical más adecuado para la película. Además de esto, soy el responsable de obtener los derechos y las licencias de toda la música que se utiliza en la película. El desafío profesional en cada una de ellas radica en conseguir que dicha labor resulte gratificante tanto desde el punto de vista creativo como desde el financiero.
¿Cómo se hizo usted supervisor musical?
Siempre me ha gustado la música pop, coleccionar discos, e ir al cine. Tras graduarme en la universidad, decidí junto a un grupo de amigos rodar una película llamada A Matter of Degrees. La desarrollamos con el Sundance Institute y creamos una gran banda sonora con Atlantic Records. La película en sí no obtuvo mucho éxito comercial, pero hacerla me sirvió para darme cuenta de que deseaba de verdad trabajar con directores importantes de cine y que podía conseguirlo si me centraba en la música. Por suerte, todo ha salido bien.
¿Cuál fue la primera película en la que trabajó como supervisor musical?
Mis dos primeras películas fueron Kids, escrita por Harmony Korine y dirigida por Larry Clark, y Cruzando la oscuridad, escrita y dirigida por Sean Penn. Las dos son de 1995. Desde entonces he trabajado en 120 películas aproximadamente. Existen similitudes entre todas ellas, pero cada película y cada experiencia tienen algo de ADN propio.
¿De todas las películas en las que ha trabajado, cuál destacaría y por qué?
Hay muchas películas con las que siento una conexión muy profunda, pero el gran salto en mi carrera profesional se produjo cuando conseguí empezar a trabajar con directores que hacían películas con frecuencia. He trabajado en ocho películas de Wes Anderson (entre ellas El gran hotel Budapest), en otras ocho de Todd Phillips (por ejemplo Resacón en Las Vegas), y en seis de Todd Haynes (entre ellas I’m Not There). Y, desde hace ya unos diez años, trabajo también con Richard Linklater (por ejemplo en Boyhood (Momentos de una vida)), Sam Mendes (Skyfall, entre otras), y Martin Scorsese (por ejemplo en El lobo de Wall Street). Lo que se me queda grabado es la relación que mantengo con estos cineastas.
¿Qué es lo que más le gusta de su trabajo?
Lo que más me gusta son los momentos de descubrimiento musical que surgen cuando se produce un matrimonio fortuito entre la música y las imágenes, que mejora el momento de una forma inimaginable – cuando el elemento musical da vida a algo y le aporta contexto a un momento cinematográfico que hasta entonces había permanecido oculto.
¿Cómo describiría la función que desempeña la música en el cine?
Es difícil imaginarse una película sin música. Tener que ver películas sin música… ¡es algo que solo les desearía a mis enemigos! La función que desempeña la música varía según la película. La música sirve a veces para ambientar un relato en una época o marco temporal determinados; a veces, es el motor que hace avanzar el relato; y otras veces, sirve para crear énfasis o para aclarar algo en un momento concreto.
¿Cómo afronta las labores de investigación y de descubrir música?
Desde que el cineasta me hace llegar una sinopsis, empiezo a investigar por todos los medios que tengo a mi alcance. El argumento es la base, pero también hay que guiarse del instinto para saber si una cosa puede funcionar o no. Puedo recurrir a publicaciones periódicas, leer críticas, echarle un vistazo a listas antiguas de éxitos o entrevistar a expertos en ámbitos concretos. Además, me esfuerzo por mantenerme al corriente de lo que sucede a nivel musical.
Ciertamente, buscar la obra musical idónea es un trabajo arduo. Es una cuestión de arte más que de ciencias, y siempre está presente la inclinación a desafiar tu propio instinto e intentar algo que no resulte obvio o se perciba como tal. A mí me gusta probar siempre a utilizar la música de formas distintas y ver qué sucede. Hasta cierto punto, se produce una alquimia impredecible. Es verdaderamente fascinante.
También accedo a la música por todos los medios posibles. Sin duda, la revolución digital me ha facilitado la vida en lo que se refiere a poder encontrar la música que busco en cada momento. Cuando pienso en una canción para una escena, la puedo conseguir en iTunes, buscarla en YouTube o pedirla en Amazon. Por lo general, me gusta comprar la música, ya que necesito poder trabajar con ella para la película.
¿Utiliza música original creada para otras películas?
A veces sí. Por ejemplo, cuando trabajé con Wes Anderson para su película Viaje a Darjeeling, él tenía la idea de utilizar la música de las películas de Satyajit Ray como elemento musical principal, y creo que funcionó a la perfección. Otras veces, cuando trabajas con directores excelentes, la película, las imágenes, los diálogos y la música evolucionan al unísono.
¿Qué tipo de relación se establece entre usted y el director o el compositor de la música de una película?
El director me contrata a mí para que sea su informador principal en todo lo relativo a la música de la película. A veces, en función de la película y de la relación anterior que pueda existir entre el director y el compositor, el supervisor musical desempeña la función de intérprete, y ayuda a establecer un lenguaje común para la música de la película. Pero, en otros casos, la música incidental de la película y las canciones siguen caminos distintos.
¿Los músicos se ponen en contacto con usted directamente?
Sí, claro, todos los días. Pero, la mayoría de las veces, los elementos musicales que me ofrecen no se ajustan a las necesidades del trabajo que yo estoy desarrollando en ese momento. Por supuesto, cuando descubro cosas que me parecen interesantes o me emocionan, las guardo para utilizarlas cuando llegue el momento oportuno. Estoy rodeado de música. Mi sistema de catalogación no es todo lo bueno que debería ser.
¿Es importante el derecho de autor?
Considero que es importante respetar los derechos de los artistas. Me paso buena parte del día negociando en relación con estos derechos y veo el valor que tienen estas composiciones y estas grabaciones, por lo que estoy a favor de que se mantengan esos límites creativos. Cuando trabajo con los cineastas, me esfuerzo por crear una impresión musical muy sólida, y no me gustaría que se subvirtieran esas construcciones. Creo que es importante que se protejan los derechos de los artistas y el derecho de autor en todo el mundo. Nuestro sustento depende de que el público invierta en nuestra labor y la apoye. Sin la protección que otorga el derecho de autor, no podríamos vivir de lo que hacemos.
¿Le gustaría que se simplificara de alguna forma el proceso de gestión de derechos?
En general, opino que las cosas van por el buen camino. Las casas discográficas y las editoriales son plenamente conscientes de la importancia que tienen las licencias para su balance de resultados, así que creo que quieren que todo funcione bien. Sin embargo, a veces sí que me gustaría que fueran más conscientes de las limitaciones presupuestarias con las que he de trabajar.
¿Las canciones conocidas funcionan en las películas?
Depende de la película y de cómo se utilice la música. Normalmente, las canciones conocidas acarrean una carga emocional importante, lo que puede suponer un obstáculo para establecer una conexión verdadera con el proceso narrativo. Los cineastas no siempre son conscientes de este aspecto. Aunque a veces parezca que un fragmento musical puede ayudar a una escena o secuencia, lo que sucede en ocasiones es que aparta al público del momento debido a su capacidad asociativa. Lo ideal es que la música se integre en el tejido de la película; si destaca demasiado, puede llegar a distraer. A veces, la gente me dice que lo que más le gustó de una película en la que trabajé fue la música. Aunque pueda parecer un cumplido, en ocasiones estas palabras ponen de manifiesto que no hemos sido capaces de crear un conjunto uniforme a partir de los distintos elementos de una película.
¿Cuál es el proyecto más complejo en el que ha trabajado? ¿Por qué?
Creo que trabajar de supervisor musical en una película es como cuando una mujer se olvida del dolor de dar a luz. Mirando atrás, te diría que todo ha sido fantástico.
¿Qué consejos le darías a alguien que quisiera ser supervisor musical?
Que se ponga a hacer películas con sus coetáneos. ¡Todo es ponerse!
¿Cuál es su obra musical favorita?
Esa pregunta es imposible de responder. Depende del día, de la hora y del minuto.
El propósito de OMPI Revista es fomentar los conocimientos del público respecto de la propiedad intelectual y la labor que realiza la OMPI, y no constituye un documento oficial de la Organización. Las denominaciones empleadas en esta publicación y la forma en que aparecen presentados los datos que contiene no entrañan, de parte de la OMPI, juicio alguno sobre la condición jurídica de ninguno de los países, territorios o zonas citados o de sus autoridades, ni respecto de la delimitación de sus fronteras o límites. La presente publicación no refleja el punto de vista de los Estados miembros ni el de la Secretaría de la OMPI. Cualquier mención de empresas o productos concretos no implica en ningún caso que la OMPI los apruebe o recomiende con respecto a otros de naturaleza similar que no se mencionen.