El cadillo, fuente de inspiración del velcro (fotografía: Matt Lavin)
A menudo, inventar algo nuevo depende tanto del espíritu curioso y emprendedor como del azar. Ese fue el caso una hermosa mañana de verano en 1941, cuando George de Mestral, un alpinista aficionado, ingeniero e inventor suizo, salió a cazar por el macizo del Jura acompañado de su perro. Una vez de vuelta en casa, advirtió que los pantalones y el perro estaban llenos de cadillos, los frutos de la planta homónima. El Sr. de Mestral, sorprendido ante la tenacidad de dichos frutos —los cuales son semillas que emplean su naturaleza pegajosa para adherirse a animales y trasladarse a tierras fértiles—, y asaltado por la curiosidad, decidió analizarlos detenidamente. Tras observarlos en un microscopio, descubrió la razón por la que se adhieren con tanto fervor: los cadillos están cubiertos de cientos de ganchos diminutos pero fuertes, capaces de pegarse fácilmente al pelaje animal y a ciertos tipos de tejido.
Al ser un inventor experimentado, el Sr. de Mestral pudo apreciar rápidamente el potencial de su observación como base para un cierre reutilizable, resistente y fiable que tuviera un enorme tirón comercial. Aunque le llevó mucho tiempo y esfuerzo, convirtió su invención en un revolucionario sistema de cierre con un diseño sencillo pero más resistente que el de otras opciones disponibles, con la ventaja añadida de que nunca se atascaba. Llamó a su invención Velcro, es decir, la combinación de las primeras sílabas de las palabras en francés velours (terciopelo) y crochet (gancho), y la comercializó con esa marca en 1959. Hoy en día, Velcro Industries N.V. (Velcro) es una empresa tecnológica multinacional y el mayor proveedor mundial de velcro, por lo que suministra soluciones de cierre a empresas y consumidores de todo el mundo.
A pesar de que el Sr. de Mestral tenía claro qué tipo de diseño quería crear, la puesta en práctica fue bastante ardua. Muchos fueron los que se rieron de su idea, y tuvo que enfrentarse a diversos desafíos técnicos. Aunque su diseño era sencillo, pronto descubrió que no era tan fácil fabricar un cadillo sintético, algo que la naturaleza había tardado millones de años en perfeccionar. Tras casi ocho años de trabajo en investigación y desarrollo (I+D) con un tejedor de una planta textil de Francia, finalmente pudo reproducir con éxito la naturaleza de cierre natural de los cadillos.
El diseño único del Sr. de Mestral consiste en un cierre formado por dos tiras de tejidos diferentes. Una tira contiene miles de ganchos diminutos parecidos a la sierra de los cadillos, y la otra cuenta con miles de bucles diminutos y blandos, similares a los del tejido de los pantalones o el pelaje del perro. Cuando las dos tiras entran en contacto, se enganchan y forman una adherencia tan fuerte que, con un trozo pequeño, se podría sostener a una persona de casi ochenta kilos de peso. En los primeros diseños el Sr. de Mestral empleó algodón, pero, tras realizar más estudios de I+D, descubrió que el nailon funcionaba mucho mejor. Era más fuerte, no se desgastaba tanto con el uso habitual y podía producirse en hilos de distintos grosores.
La patente original del velcro de George de Mestral (publicación de la OEP Nº DE1115201)
En previsión de la rápida y amplia adopción de su nueva invención, el Sr. de Mestral sabía que era fundamental proteger sus derechos de P.I. para crear una empresa próspera. Por lo tanto, en 1957, presentó una solicitud de patente en Suiza, la cual se le concedió en 1959. Aunque esta patente original expiró, en Velcro siguen desarrollando nuevas innovaciones de velcro y se aseguran de proteger los derechos de P.I. de las mismas. La empresa es un usuario habitual del sistema del Tratado de Cooperación en materia de Patentes (PCT) para la presentación de solicitudes internacionales de patente y, desde finales de 2010, ha presentado 134 solicitudes PCT. Por ejemplo, en octubre de 2010, presentó una solicitud internacional de patente para un material fabricado con nanoestructuras de carbono.
Desde que expiró la patente original, Velcro ha confiado en las marcas para crearse un nombre sólido. La empresa protege su nombre a través de registros de marcas en todos sus mercados principales, por ejemplo, en los Estados Unidos de América mediante un registro efectuado en la Oficina de Patentes y Marcas de los Estados Unidos de América (USPTO por sus siglas en inglés), y, en el plano internacional, por medio del sistema de Madrid. También protege todos sus productos más populares con marcas registradas.
Debido a la avalancha de imitaciones baratas una vez expirada la patente de Velcro, la compañía decidió adoptar un enfoque serio en su estrategia de marcas. Los esfuerzos de la empresa han sido tan fructíferos en este sentido que muchos piensan que todos los velcros son de la marca Velcro. No obstante, a fin de evitar el riesgo de que “Velcro” se convierta en un término genérico y, por tanto, pierda el carácter distintivo necesario para mantener la protección de la marca, la compañía siempre recalca que el “Velcro” no existe como tal, sino que se trata del nombre de la empresa y no de un producto (la entrada “velcro” ya figura en el diccionario de la Real Academia Española). La empresa intenta concienciar a los consumidores a través de anuncios, folletos de productos y campañas de mercadotecnia de que no todos los velcros son productos originales de la marca Velcro. Esto es importante porque la reputación de la empresa está arraigada en la marca Velcro, la cual representa el activo más valioso de la compañía. Los productos de la marca Velcro transmiten al consumidor la idea de calidad superior, rendimiento excepcional y fiabilidad inigualable.
Una vez perfeccionado el diseño, el siguiente desafío al que se enfrentó el Sr. de Mestral era el modo de producir velcro en masa. Fueron necesarios bastante tiempo, I+D y tanteos y sucesivas aproximaciones para perfeccionar un proceso de fabricación que produjera resultados consistentes. Se tuvo que diseñar y fabricar maquinaria totalmente nueva capaz de producir el producto de un modo que garantizase que cada tira de velcro tenía un rendimiento de cierre idéntico. La mecanización del proceso de tejido de los ganchos suponía un desafío importante, pero el Sr. de Mestral finalmente consiguió desarrollar telares y sistemas de corte de ganchos propios para producir su invención en masa de forma eficaz. Estas primeras innovaciones de fabricación establecieron los estándares de rendimiento, consistencia y calidad de los velcros. Con la patente y la marca Velcro bajo control, el Sr. de Mestral fundó su empresa.
Una tira de velcro de la marca Velcro (fotografía: Daniel Linwood)
En pocos años, el Sr. de Mestral diversificó sus actividades fuera de Suiza y comenzó a vender velcro en otros países europeos como Bélgica, Alemania, Italia, Suecia y el Reino Unido. Los inicios de Velcro fueron difíciles, ya que muchos se negaban a creer que un sistema de cierre de ese tipo funcionara bien; además, el Sr. de Mestral solo ingresaba aproximadamente 60 dólares EE.UU. a la semana. Un lucrativo acuerdo de licencia en 1957 con la compañía Velok Ltd. (Velok) del Canadá cambió completamente su destino. Mediante el acuerdo se concedían a Velok los derechos exclusivos para producir y vender los sistemas de cierre de la marca Velcro en el hemisferio occidental, así como en la región de Asia y el Pacífico. A cambio, Velok accedió a conceder a Velcro todos los derechos de P.I. que se crearan posteriormente.
El acuerdo de licencia con Velok expandió el mercado del producto en Norteamérica y Asia, y, conforme crecían las ventas, aumentaba la cobertura mediática y el entusiasmo por el producto. A pesar de estos acontecimientos positivos y, en parte debido a su aspecto, Velcro terminó necesitando más tiempo del que George de Mestral había pensado en un principio para ponerse de moda. Velcro persiguió sin descanso a diseñadores de moda y empresas de confección, y, en un desfile de moda en 1959 en Nueva York, los velcros se exhibieron en multitud de prendas y complementos, desde pañales hasta chaquetas de golf. El impacto fue aún mayor a principios de la década de 1960, cuando la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos de América empleó este tipo de sistema de cierre en las misiones a la Luna del programa Apollo para fijar bolígrafos, paquetes de alimentos y equipos que no querían que flotasen. La empresa acaparó una gran atención y numerosos comentarios, y los medios de comunicación pregonaban que el producto de Velcro supondría el fin de los botones, las cremalleras y los alfileres.
La popularidad de los productos de la marca Velcro, especialmente en Norteamérica, permitieron a Velok y Velcro innovar y crecer a un ritmo rápido. En 1967, las ventas anuales en todo el mundo se dispararon y ascendieron a más de 10 millones de dólares EE.UU. y, a finales de la década de 1960, las dos empresas decidieron fusionarse para formar Velcro Industries B.V., la cual retuvo todos los derechos de las patentes relacionadas con la invención del Sr. de Mestral.
A pesar del ruido mediático, las cuantiosas ventas en determinados mercados y un diseño mejorado con la adición de más colores a la gama de productos, se consideraba que las tiras de velcro no eran lo suficientemente atractivas para el sector de la moda, en el que, a menudo, se veían relegadas a zapatillas y artículos deportivos. En 1978, expiró la patente del velcro del Sr. de Mestral, y una avalancha de imitaciones baratas inundó el mercado. En Velcro sabían que, para sobrevivir, debían diversificarse, así que sopesaron otras aplicaciones industriales y comerciales de la tecnología. También se continuó con el trabajo en I+D para mejorar aún más su producto, por ejemplo, mediante la adición de filamentos de poliéster para reforzarlo.
La empresa se centró en suministrar velcros estables de resistencia industrial, los cuales anunciaban como superiores a los que producían la competencia. Esto desembocó en un uso importante de productos de Velcro en los sectores de la automoción, aeroespacial y de suministros médicos.
La empresa Velcro ha diversificado su gama de productos para cubrir las nuevas demandas de los consumidores (fotografía: Cornelius Bartke)
En 2010, Velcro fundó empresas filiales en todos sus mercados principales del mundo, desde Europa y Norteamérica hasta Asia y Australia. La empresa sigue fabricando y vendiendo productos de consumo e industriales por todo el mundo en tres sectores básicos —de consumo, industrial y de automoción—, e incluso suministra velcros para aplicaciones militares.
Basándose en el valor de sus patentes al principio, Velcro pasó de ser una pequeña empresa que ingresaba 60 dólares EE.UU. a la semana, a ser una compañía internacional que, en 1988, facturaba 93 millones de dólares EE.UU. Incluso después de pasar a prestar atención especialmente a las marcas, la empresa siguió gozando de rentabilidad, con ventas que ascendieron a los 177 millones de dólares EE.UU. en 1996. En 2008, la compañía celebró su 50 aniversario, y ese año ingresó 298 millones de dólares EE.UU.
FDesde los humildes comienzos bajo el microscopio de un curioso inventor suizo hasta las cadenas de montaje de alta tecnología actuales, Velcro ha sido capaz de aprovechar la innovación y la P.I. para convertirse en líder mundial de velcros. La empresa ha sido capaz de utilizar en su beneficio tanto las patentes como las marcas para crear con éxito una marca y un producto conocidos internacionalmente. Los productos de la marca Velcro, reconocibles al instante por el peculiar sonido de rasgado que producen al ser utilizados, son sinónimo de calidad, comodidad y durabilidad, y siguen teniendo muchas aplicaciones prácticas, tanto comerciales como industriales.
Este estudio de caso se basa en información tomada de: