El Sr. Vidal en su taller de Lima (Foto: Revista de la OMPI)
José Vidal Martina es el ejemplo perfecto de que la innovación no es un dominio exclusivo de las grandes empresas y los países desarrollados. Desde su taller situado en Lima (Perú), el inventor y empresario logró resolver un problema técnico que durante años había dado quebraderos de cabeza a varios sectores de producción, incluyendo el de vidrieros, artesanos y constructores. Inventó un dispositivo para perforar agujeros en materiales cerámicos y de vidrio. La broca se hizo popular por su bajo costo, facilidad de uso y porque permitía hacer agujeros en vidrio o cerámica sin agrietarlos ni astillarlos.
El Sr. Vidal llevaba ya varios años trabajando en el sector de las piedras semipreciosas cuando comenzó a desarrollar pequeñas brocas de diamante para hacer perforaciones en las piezas que realizaba con sus piedras. Hasta entonces, tanto él como otros muchos colegas tenían que utilizar para esa tarea costosas máquinas de ultrasonidos. Como no existía ningún método o dispositivo económico para hacer agujeros o perforaciones en materiales como el vidrio, el mármol, la cerámica, el granito o las piedras semipreciosas, se dio cuenta de que el mercado para una solución de ese tipo era enorme. Las máquinas existentes eran caras, difíciles de usar y poco prácticas para los artesanos independientes como él.
El Sr. Vidal fabricó su primera broca con un diamante. Esto la hacía igualmente inaccesible para los usuarios normales, por lo que comenzó a buscar alternativas. Su intención era desarrollar una broca que:
Gracias a los conocimientos y la experiencia que había adquirido al examinar todos los sistemas de perforación existentes, se dio cuenta de que la broca que buscaba podía consistir en un cilindro hueco provisto de un material abrasivo en el interior. Consiguió fabricar un dispositivo capaz de hacer agujeros de diferentes tamaños en materiales tales como vidrio, mármol o cerámica en menos de un minuto. Una de las principales ventajas de la broca JVM (José Vidal Martina) es que se puede utilizar con cualquier taladro estándar, lo que la hace útil para millones de personas que no tienen acceso a costosos equipos de perforación.
Por su diseño, el dispositivo de perforación de vidrio del Sr. Vidal estaba destinado a ir fijado a un taladro eléctrico, según figura en la solicitud PCT PCT/IB2000/000466 (servicio de búsqueda (PATENTSCOPE® search)
Ante la pregunta de por qué se había interesado en la protección de la P.I., el Sr. Vidal explicó: "No tiene sentido que invente algo nuevo si no lo protejo. En cuestión de días, alguien copiaría mi producto, y mi negocio dejaría de tener sentido. Es obvio que las grandes empresas serían capaces de fabricar mis brocas a un precio menor y de distribuirlas de forma más efectiva; yo me quedaría sin nada".
Con esa percepción de las cosas, el Sr. Vidal decidió que la única opción para comercializar el producto y hacer que el tiempo y el esfuerzo invertidos en su creación le reportasen beneficios era proteger su invención con una patente. "Si no hubiese sabido que era posible proteger la P.I. ", dijo el Sr. Vidal, "probablemente ni siquiera hubiese considerado vender mi producto; me hubiese resignado a mantenerlo guardado bajo llave en el taller y a ganar dinero a través de los servicios prestados a quienes necesitasen agujeros, que es lo que de hecho hacía para los vidrieros".
El Sr. Vidal admitió que el proceso no había sido en absoluto sencillo: "Tuve que informarme a fondo sobre cómo funcionaba el sistema, y no fue fácil encontrar a alguien que supiese qué hacer para proteger un producto a nivel internacional". El Sr. Vidal descubrió que proteger la invención en un gran número de países podía resultar muy costoso. Este aspecto fue para él una decisión estratégica, y eligió proteger la invención en los países que ofrecían mejores perspectivas para la fabricación y comercialización del producto. Optó por utilizar el sistema del Tratado de Cooperación en materia de Patentes para que su solicitud internacional de patente tuviera vigencia en varios países.
Aunque comercializar y publicitar un producto nuevo revisten siempre una dificultad considerable, el Sr. Vidal estaba seguro de que su producto despertaría un gran interés si lo presentaba adecuadamente en ferias y exposiciones. Gracias a la protección que le brindaba la P.I., pudo mostrar su invención en ferias internacionales, a fin de encontrar distribuidores para comercializarla, sin temor a que alguien se la copiase. En la actualidad, el dispositivo se vende por poco más de 8 dólares, no sólo en el mercado peruano, sino también en otros países. El producto genera beneficios sustanciales para los distribuidores y para los compradores, que tienen así acceso a esta nueva tecnología.
Ante la popularidad de la broca JVM, el Sr. Vidal decidió aumentar la producción. Se dio cuenta de que, dada la escala limitada de su empresa, la mejor estrategia para él sería llegar a un acuerdo de licencia con otras compañías que fuesen capaces de producir un mayor número de brocas. Al ser él el titular de la patente, dicho acuerdo de licencia le reportaría beneficios económicos. Así, el Sr. Vidal concedió a otra empresa la licencia para fabricar el producto en algunos países, mientras que él continúa buscando distribuidores especializados en el sector de la construcción para que su producto llegue a comercializarse en todo el mundo.
Como otra empresa se encarga de fabricar las brocas JVM, el Sr. Vidal puede centrarse en la investigación y en el desarrollo de nuevos productos. Su pequeña compañía, de solo seis empleados, continúa buscando maneras de mejorar sus productos. No tiene ninguna duda de que muchas pequeñas empresas estarán de acuerdo en que estos son más prácticos y menos costosos que las alternativas disponibles. El Sr. Vidal ya ha desarrollado otros dispositivos nuevos y tiene la intención de protegerlos mediante patente.
Las brocas JVM, gracias a su comodidad y asequibilidad, han representado un gran éxito comercial para el Sr. Vidal. Una patente permite comercializar el producto directamente, o percibir regalías si se conceden los derechos de explotación de la invención a un tercero.
Los beneficios derivados de cualquier invención dependen de su correcta utilización. En lugar de que la preocupación por que alguien copiase sus productos le llevase a guardar su invención bajo llave, el Sr. Vidal optó inteligentemente por protegerla mediante patente y, posteriormente, por recoger los beneficios mediante la concesión de una licencia para su explotación; ahí radica su éxito.
Este estudio de caso se basa en información tomada de: