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La canción sigue sonando: Examen de los aspectos legales del muestreo musical

Noviembre de 2009

Por Ben Challis

Este artículo es una versión actualizada y resumida de un artículo escrito por Ben Challis, jurista especializado en la industria musical y profesor visitante de Derecho en la Buckinghamshire New University, publicado por primera vez en Internet en 2003. En él se analiza en qué medida es legal muestrear música y letras protegidas por derechos de autor sin permiso, y ofrece ejemplos pertinentes de las jurisprudencias británica y estadounidense.

El “sampling” o “muestreo” puede definirse como la incorporación de grabaciones preexistentes en una nueva grabación, ya sea parte o la totalidad de una canción (de una melodía) o de una letra.

Los derechos de autor están reconocidos en las grabaciones fonográficas, así como en la música y las letras de las canciones. La Ley de Derecho de Autor, Diseños y Patentes de 1988 del Reino Unido prevé que solamente el propietario de una obra puede copiar dicha obra, publicar copias o prestar o alquilar copias de la obra al público, interpretar o ejecutar, mostrar o reproducir la obra en público, radiodifundir la obra, realizar una adaptación de la obra, o hacer cualquiera de las cosas mencionadas anteriormente con relación a una adaptación. Cualquier tipo de muestreo (también llamado sampling o sampleado) que se haga sin el consentimiento del titular de los derechos de autor supone, presuntamente, una infracción. Tanto en el Reino Unido como en los Estados Unidos, samplear una canción sin permiso constituye una infracción inmediata del derecho de autor, es decir, un uso no autorizado de material protegido por el derecho de autor de un tercero.

Samplear una canción sin permiso normalmente infringe dos derechos: el derecho de autor sobre la grabación fonográfica (propiedad de un artista o de una compañía discográfica) y el derecho de autor sobre la propia canción (propiedad del compositor o de la editorial musical). Antes de realizarse un sampling, debe obtenerse el consentimiento del titular original del derecho de autor, o de su representante, como una sociedad de recaudación (por ejemplo, en el Reino Unido, la Sociedad para los Derechos de Ejecución o Phonographic Performance Ltd.) que gestione los derechos de autor en nombre de sus titulares.

Sopesar el costo

El abogado estadounidense Michael McCready señala que prácticamente en todas las circunstancias debe obtenerse una licencia antes de hacer sampling. Las consecuencias de no hacerlo pueden ser desastrosas.

Dr. Dre protégé Truth Hurts aprendió esta lección en carne propia en 2003. Truth Hurts utilizó un fragmento de cuatro minutos del compositor indio Bappi Lahiri en su álbum de debut y sencillo “Addictive” sin permiso o reconocimiento. Un juez federal sentenció que “Addictive” debía retirarse del mercado salvo que se reconociera al compositor como autor de la obra sampleada.

Del mismo modo, The Verve conoció el precio de utilizar una melodía prestada cuando se enfrentó a una acción judicial en la que llegó finalmente a un acuerdo con ABKCO, titular de los derechos de la canción “The Last Time” de Rolling Stones, para el pago del cien por ciento de las regalías resultantes de la explotación de “Bittersweet Symphony”, de The Verve, que había tomado prestado un fragmento de la obra de los Stones.

En 1990, el rapero estadounidense Vanilla Ice también pagó el precio por utilizar la línea de bajos y la melodía grabadas del tema de Queen y David Bowie “Under Pressure” en su sencillo “Ice Ice Baby”, perdiendo el cien por ciento de sus regalías en favor de las estrellas.

El Sr. McCready previene de que hacer sampling sin una licencia de uso adecuada deja a quien lo haga expuesto a ser condenado a penas graves en los Estados Unidos. Incluso a un nivel básico, la infracción del derecho de autor es condenable por “daños y perjuicios legales” que generalmente van de 500 a 20.000 dólares estadounidenses por un único acto de infracción. Si el tribunal determina que la infracción ha sido intencional, los daños y perjuicios pueden elevarse hasta 100.000 dólares estadounidenses. El titular de los derechos de autor también puede solicitar al tribunal un mandamiento judicial que obligue al infractor a dejar de infringir los derechos de autor del titular. Además, el tribunal puede ordenar la retirada y destrucción de todos los discos infractores.

“O se obtiene una licencia, o no se puede hacer sampling”

En el caso de Bridgeport Music, Inc. v. Dimension Films, 410 F.3d 792 (6th Cir. 2005), el Tribunal Federal de Apelación de los Estados Unidos dictaminó que los artistas fonográficos deben tener autorizado cada fragmento musical utilizado en su obra, aunque sean fragmentos secundarios y no reconocibles de música. El tribunal de primera instancia había sentenciado que los artistas debían pagar cuando el fragmento de la obra utilizada de otros artistas fuese reconocible, pero que resultaba legal utilizar fragmentos musicales siempre y cuando no resultasen identificables. La decisión del Tribunal de Apelación de la Sexta Circunscripción eliminó esta distinción. El tribunal se preguntó “si no se puede piratear una grabación fonográfica completa, ¿cómo es posible que se pueda “plagiar” o “samplear” algo menos de la totalidad?”. La respuesta del tribunal fue que “no se puede”, y añadió que “o se obtiene una licencia, o no se puede hacer sampling; no vemos que esto suponga de ningún modo sofocar la creatividad de manera significativa”.

El caso se centraba en la canción de N.W.A. titulada “100 Miles and Runnin’“, en la que se utiliza un riff de guitarra de tres notas muestreado de la canción “Get Off Your Ass and Jam” del maestro del funk de la década de 1970 George Clinton junto a Funkadelic. En el fragmento, de dos segundos, se bajó el tono de la guitarra, y el fragmento copiado se incorporó “en bucle”, ampliándose a 16 compases. El fragmento aparece cinco veces en la nueva canción. La canción de N.W.A. se incluyó en I Got the Hook Up, película de 1998 producida por Dimension Films, que sostuvo que el fragmento no estaba protegido en virtud de la legislación de derecho de autor.

Bridgeport Music, titular de los derechos de autor de la canción de Funkadelic, recurrió la sentencia dictada por vía sumaria por el tribunal de primera instancia, favorable a Dimension Films. El tribunal de primera instancia había dicho en 2002 que el riff de la canción de Clinton tenía derecho a estar protegido por derecho de autor, pero que el fragmento “no llegaba al nivel de apropiación legalmente reconocible”. El tribunal de apelación disintió, sosteniendo que un artista fonográfico que reconoce haber hecho sampling puede ser considerado culpable, incluso cuando la fuente del fragmento muestreado no resulte reconocible.

Expresado de forma sencilla, esto significa que cualquier fragmento utilizado sin permiso constituye una infracción. Tanto en el Reino Unido como en los Estados Unidos, los titulares de derechos de autor tienen a su disposición un conjunto de recursos jurídicos que pueden interponer frente al sampling, especialmente el desagravio por mandato judicial y la indemnización por daños y perjuicios. Sin embargo, existen dos doctrinas jurídicas que han dado una pequeña esperanza a los futuros sampleadores.

“En el mejor de los casos, el sampling beneficia a la sociedad al crear una nueva contribución valiosa a la literatura moderna de la música. En el peor de los casos, el sampling constituye vandalismo y apropiación indebida …” – Gregory T. Victoroff en Sampling

Reino Unido: “uso sustancial”

Tanto la legislación estadounidense como la del Reino Unido prevén criterios para determinar la infracción en doctrinas que, si bien son afines, no son idénticas. Ambas parecen haber llegado a la conclusión de que cualquier uso “reconocible” constituirá una infracción, de manera que ésta se produce siempre que cualquiera que escuche un compás de música pueda identificar fácilmente una pieza de música que suene de manera similar. La doctrina del “uso sustancial” establece que la infracción debe relacionarse con una parte “sustancial” de la obra original, y que la decisión en cada caso debe tomarse de manera individual, dependiendo del contexto.

Cuando se puso a prueba esta línea de defensa en el caso de Produce Records Limited v. BMG Entertainment International UK and Ireland Limited (1999), el tribunal reforzó el punto de vista de que el muestreo de grabaciones fonográficas sin el consentimiento del titular de los derechos de autor constituye presuntamente una infracción. En la canción de éxito “Macarena” de Los del Río, producida por BMG, hay un fragmento de siete segundos y medio sampleado de la canción de The Farm “Higher and Higher”, grabación protegida por derechos de autor bajo titularidad de Produce Records. No se había obtenido permiso para utilizar el fragmento, por lo que Produce Records entabló un procedimiento judicial contra BMG por infracción del derecho de autor. BMG solicitó que se desestimara el procedimiento, basándose en que no podía decirse que el fragmento constituyese una parte sustancial de “Higher and Higher”. BMG argumentó que era el juez quien tenía que decidir al comparar las dos grabaciones.


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Produce Records presentó pruebas periciales de un musicólogo forense que demostraban que había partes de “Higher and Higher” más reconocibles y memorables que otras. La solicitud de desestimación de BMG fue rechazada; se aceptó que los jueces no eran musicólogos expertos y que podían recurrir a la ayuda de pruebas periciales para determinar si el uso era o no sustancial, así como a datos objetivos externos. [BMG finalmente llegó a un arreglo extrajudicial.]

Antes de tomarse esta decisión, se utilizaba la norma no escrita de la “regla de los tres segundos”, según la cual el muestreo de tres segundos o menos no conduciría al inicio de acciones legales contra el autor de éste. Esto, de hecho, no es el caso.

Los propietarios de las letras están en el mismo barco musical. En 2002, se sentenció que incluso la utilización de breves fragmentos muestreados de letras requiere la autorización del titular del derecho de autor. En el caso de Ludlow Music Inc v. Robbie Williams and others, Robbie Williams fue obligado a pagar daños y perjuicios a Loudon Wainwright III debido a la similitud de la letra de su canción “Jesus in a Camper Van” con la de la obra previa de Wainwright.

Estados Unidos: “semejanza sustancial” y “uso leal”

Con arreglo a la legislación estadounidense, se produce una infracción cuando una grabación o composición queda rechazada mediante una prueba de “semejanza sustancial”. Una obra que tenga una semejanza sustancial con otra infringirá los derechos de la obra original salvo que pueda aplicarse la doctrina muy limitada del “uso leal”.

En el caso de Acuff-Rose Music v. Campbell, 114 S.Ct 1164 / 510 US 569, 575 (1994), el Tribunal Supremo estadounidense revocó la decisión de un tribunal de primera instancia que había dictaminado que la parodia realizada por 2 Live Crew de la canción “Oh, Pretty Woman” de Roy Orbison constituía una infracción del derecho de autor y no un uso leal de pleno derecho. El Tribunal Supremo disintió, al declarar que el uso de la obra previa podría ser leal, pero eso debería determinarse caso por caso. El caso en cuestión no era un caso de uso leal [cuando se remitió a un tribunal inferior, las partes llegaron a un arreglo extrajudicial], si bien a partir de entonces se adoptó la prueba siguiente de la semejanza sustancial:

  • ¿Es el demandante titular de unos derechos de autor válidos sobre el material presuntamente copiado?
  • ¿Ha copiado el demandado la obra cuyos derechos se han infringido?
  • ¿Presenta la obra copiada una semejanza sustancial con la obra original?

Respecto de las obras que se dice que tienen una semejanza sustancial con una obra anterior, queda muy poco sitio para defender el uso leal. No obstante, para que pueda reconocerse como uso leal, el fragmento muestreado debe utilizarse con fines como la parodia, la crítica, la información, la investigación, la educación o cualquier uso semejante de carácter no lucrativo. Utilizar un fragmento sencillamente porque suena bien no es suficiente para cumplir los requisitos de protección como uso leal, sino que, de hecho, es más bien lo contrario. El Sr. McCready insiste en que es completamente falso el rumor de que “pueden utilizarse cuatro notas de cualquier canción con arreglo a la doctrina del ‘uso leal’”. “La copia de una sola nota de una grabación fonográfica”, señala, “constituye una infracción del derecho de autor”.

Los límites

El caso estadounidense de Newton v. Diamond, F.3d 1189, 73 U.S.P.Q.2d (BNA) 1152 (9th Cir. 2004) pone algunos límites a la doctrina de que cualquier uso sin permiso supone una infracción. En 1992, Beastie Boys obtuvo una licencia de ECM Records para samplear una grabación fonográfica protegida por derecho de autor de una composición para flauta de James W. Newton Jr., titulada “Choir”. El grupo muestreó y utilizó una secuencia de seis segundos de tres notas y la repitió en bucle a lo largo de su canción “Pass the Mic”, contenida en el álbum Check Your Head de Capitol.

En 2000, Newton demandó a Beastie Boys, alegando que la mezcla infringía el “espíritu” de su composición para flauta y que la banda tenía que haberle solicitado una licencia como compositor de la obra de base, además de una licencia para utilizar la grabación. El Tribunal de Apelación de los Estados Unidos, afirmando la decisión del tribunal de primera instancia, determinó que no existía infracción debido a que el uso del fragmento muestreado era mínimo, no había una semejanza sustancial entre las dos obras y el ciudadano medio no sería capaz de reconocer la apropiación de la composición.

En 2003, un tribunal federal de Nueva York también confirmó la doctrina del uso leal al desestimar una demanda interpuesta contra Sony Music Entertainment y los raperos Ghostface Killah, Raekwon y The Alchemist por infracción del derecho de autor. El demandante, Abilene Music, acusó a los raperos y a Sony, que publicó el álbum, de infringir sus derechos de autor sobre la conocida canción “What a Wonderful World”. La infracción se produjo presuntamente cuando el trío hizo referencias en argot a la marihuana en un rap que empezaba con una variación de las tres primeras frases de la letra de la canción popularizada por Louis Armstrong. Los demandados argumentaron con éxito que, si bien la letra de la canción había sido adaptada de “What a Wonderful World”, estaba protegida como uso leal en virtud de la Ley de Derecho de Autor de los Estados Unidos.

Al dictar una sentencia por vía sumaria en favor de Sony y los raperos, el juez Gerard Lynch dijo que el rap era claramente una parodia, dado que tenía intención de criticar y ridiculizar la alegre perspectiva de la canción original. El juez señaló también que en el rap se hacían cambios fundamentales a la letra y al efecto general de las frases, y que no era una imitación del original. El juez sostuvo que, en tanto que las tres primeras frases de “Wonderful World” describían la belleza de la naturaleza, la versión rap se veía más como una invitación a “colocarse” con el cantante. La referencia en argot a la marihuana y la naturaleza sombría del rap estaban en marcado contraste con el ambiente de belleza de la canción original.

En otra decisión, el Tribunal de Distrito de los Estados Unidos reconoció a la revista The Source (publicada en CD) el derecho a utilizar fragmentos breves de dos temas de Eminem (y hasta ocho frases de las letras en forma impresa) bajo la doctrina del uso leal con fines de crítica y análisis, dado que los temas contenían supuestamente letras racistas escritas cuando el rapero era adolescente. Esto es lo que se entiende verdaderamente por uso leal: crítica, información y análisis, que es un muy diferente de poner las letras o fragmentos de música en otra obra musical grabada.

Actuar con prudencia

Pese a estos casos, la doctrina del uso leal es muy limitada, y no sería muy inteligente por parte de cualquiera que utilice un fragmento grabado recurrir a ésta, salvo en un contexto cuidadosamente regulado y con un asesoramiento jurídico cabal.

En general, siempre debe obtenerse el permiso y una licencia del titular del derecho de autor para utilizar un fragmento muestreado. Ni la prueba del “uso sustancial, ni la “semejanza sustancial “, ni el “uso leal” suponen permisos gratuitos para samplear. Las palabras pronunciadas por el Sr. Peterson, juez del Reino Unido, en 1916 siguen siendo válidas: “si vale la pena ser copiado, entonces vale la pena ser protegido”. ¡Atención a los sampleadores!

El derecho de autor en el Reino Unido

El Reino Unido fue el primer país del mundo en promulgar una ley estructurada sobre derecho de autor (Statute of Anne, 1709). En general, la legislación de derecho de autor sirve al objetivo fundamental de proteger las obras de creación ante el uso indebido y la explotación no deseada y, con ello, hacer que los creadores puedan generar ingresos a través de sus obras. Puede decirse que la protección mediante el derecho de autor y el subsiguiente incentivo económico que ésta provee, se encuentran entre los factores subyacentes que impulsaron al Reino Unido a convertirse en la primera sociedad industrializada del mundo, que utilizó la riqueza, la confianza y la influencia generadas para fundar un imperio (que engloba a Australia, el Canadá, la India, Sudáfrica, las colonias estadounidenses y demás). El legado de las ideas británicas sobre el derecho de autor sigue estando presente hoy en día, en el lenguaje, en el pensamiento y en la legislación, en todo el mundo occidental, entre pueblos anglófonos y no anglófonos.

Extraído de “Sampling and New Independent Dance Labels: The Importance of Understanding Copyright Law”, de Jenna Bruce, Howes Percival LLP

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