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Construir el sistema alimentario del mañana: cómo utilizan estratégicamente la PI los innovadores agrobiotecnológicos.

De Paul Omondi (escritor independiente)

5 de diciembre de 2025

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Durante décadas, los agricultores han utilizado fertilizantes químicos, pesticidas y antibióticos para aumentar la producción de alimentos. Sin embargo, la rápida modernización de la agricultura para satisfacer la creciente demanda tiene sus peligros.

Para resolver estos problemas, las empresas de biotecnología se inspiran en organismos vivos y materiales naturales. Junto a sus innovaciones, que priorizan la biología, su uso estratégico de la propiedad intelectual (PI) es igualmente importante.

Unibaio: del despilfarro a la riqueza

La industria argentina del marisco genera cada año grandes cantidades de residuos en forma de caparazones de crustáceos, muchos de los cuales se vierten en la costa patagónica, afirma Matías Figliozzi, director general de Unibaio. Esto supone una amenaza para la vida marina y la biodiversidad costera. Así que se preguntó: «¿Y si hubiera una forma de convertir estos residuos en un activo?»

Fundada en 2020 y con sede en Mar del Plata (Argentina), Unibaio extrae quitosano de residuos de conchas y lo transforma en micropartículas que transportan los ingredientes activos de pesticidas, fertilizantes y productos fitosanitarios. En pocas palabras, convierte los caparazones de cangrejos y gambas en potenciadores de cultivos biodegradables.

«Es como dotar a los pesticidas de un GPS biológico», afirma Figliozzi. «Nuestras partículas saben exactamente dónde ir dentro de la planta y cómo llegar allí de forma eficiente. El resultado son cultivos más sanos con menos insumos químicos».

Dos placas de Petri, una al lado de la otra: una conteniendo cáscaras de gamba de color naranja y la otra llena de polvo fino de color beige.
Unibaio
Polvo de nanoingeniería de Unibaio derivado de cáscaras de gamba.

Unibaio ha realizado ensayos de campo en múltiples cultivos. «En el caso del maíz, nuestro aditivo aumentó la eficacia de los pesticidas en un 25 %, al tiempo que redujo el uso de productos químicos en un 40 %», afirma Figliozzi. «Para los agricultores de soja que se enfrentan a amenazas fúngicas, ofrece el mismo nivel de protección con un 80 % menos de fungicida».

Los beneficios medioambientales son convincentes. Menos vertidos químicos significa ríos y arroyos más limpios. Un menor número de aplicaciones de pulverización supone un menor consumo de combustible y una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Además, como las partículas de quitosano se descomponen de forma natural, no dejan residuos en el suelo ni en el agua.

«La combinación de patentes y secretos comerciales crea múltiples capas de protección».

En un sector como el de la agrotecnología, en el que el desarrollo puede implicar inversiones multimillonarias y la aprobación reglamentaria puede llevar años, la PI desempeña un papel fundamental en la protección de la innovación. Unibaio ha presentado tres patentes que cubren sus micropartículas a base de quitosano: una relativa a la arquitectura de carga multicapa, otra al ajuste de tamaño y peso, y una última a su aplicación en formulaciones agroquímicas. Estas patentes sirven de base para los debates sobre licencias con grandes empresas como Bayer y, al mismo tiempo, impiden que los competidores copien las principales innovaciones de Unibaio.

También es importante lo que Unibaio mantiene en secreto. «Nuestras técnicas de unión, procesos de escalado y optimizaciones de formulación son propiedad de la empresa y están protegidos por secretos comerciales y acuerdos de confidencialidad», afirma Figliozzi. «La combinación de patentes para el posicionamiento defensivo con secretos comerciales para la ventaja operativa crea múltiples capas de protección contra la competencia y la infracción».

La empresa también ha registrado los elementos de su marca, incluidos el nombre y el logotipo de Unibaio y su primer producto comercial, Turbo Charge. Estos registros refuerzan el reconocimiento de la marca y suponen un valioso activo para la empresa.

PhageLab: Viralidad con fagos

En Santiago de Chile, PhageLab emplea una estrategia de PI híbrida similar a la de Unibaio. Las patentes de composición y de plataforma protegen sus principales invenciones, entre las que se encuentran fórmulas de fagos y métodos de diseño basados en inteligencia artificial. Mientras tanto, sus protocolos de fabricación y sus conocimientos técnicos de escalado siguen siendo secretos comerciales, por lo que sus competidores no pueden reproducir sus procesos industriales, aunque comprendan la ciencia subyacente.

«No patentamos todo», dice Mario Carrasco, responsable de PI de PhageLab. «Algunos procesos se protegen mejor como secretos comerciales, sobre todo cuando implican conocimientos tácitos difíciles de someter a ingeniería inversa».

PhageLab está desarrollando virus dirigidos contra las bacterias nocivas de los animales de explotación. Conocidos como bacteriófagos (literalmente, «comedores de bacterias»), estos virus buscan cepas bacterianas con notable precisión, por lo que ofrecen una alternativa selectiva y natural a los antibióticos de amplio espectro, que pueden dañar las bacterias intestinales beneficiosas.

«Nuestro departamento de PI no solo protege nuestras innovaciones, sino que también las impulsa».

La resistencia a los antimicrobianos es uno de los problemas más acuciantes a los que se enfrentan hoy en día la agricultura y la salud pública mundial. La Organización Mundial de la Salud estima que la resistencia a los antimicrobianos causó 1,27 millones de muertes en todo el mundo en 2019 y que las infecciones resistentes a los medicamentos podrían provocar 10 millones de fallecimientos anuales para el año 2050. La explotación ganadera, que consume alrededor del 70 % de la producción mundial de antibióticos, está en el centro de esta crisis, ya que el uso intensivo de antimicrobianos en el ganado puede dar lugar a la aparición de bacterias resistentes a los medicamentos.

«Piense en los antibióticos como si cortaran la electricidad a toda una ciudad y en los fagos como si apagaran un solo circuito defectuoso», explica Carrasco. «Podemos eliminar la Salmonella o la E. coli sin afectar a las bacterias beneficiosas que mantienen sanos a los animales».

El gran avance de la empresa consiste en industrializar la actividad natural. Su plataforma de aprendizaje automático analiza continuamente genomas bacterianos, identifica vulnerabilidades y las empareja con fagos candidatos de su creciente biblioteca.

Imagen microscópica en primer plano de un bacteriófago con una estructura geométrica de cabeza y cola, vista en tonos púrpura.
PhageLab
Uno de los bacteriófagos de PhageLab, aislado de muestras ambientales y observado al microscopio electrónico de transmisión.

«Cuando las cepas bacterianas evolucionan, nuestro sistema de IA actualiza automáticamente los cócteles de fagos para mantener su eficacia», añade Carrasco. «Este enfoque dinámico aborda el acuciante problema de la resistencia a los antimicrobianos».

Los primeros resultados son prometedores. «En ensayos controlados con explotaciones avícolas, nuestros cócteles de fagos redujeron la prevalencia de Salmonella en más de un 30 % en comparación con los controles sin tratar. Los ensayos con terneros lecheros obtuvieron resultados similares contra las cepas de E. coli y Salmonella: los animales tratados aumentaron de peso y su morbilidad y mortalidad disminuyeron en un 80 %.

MoonBiotech: liberar el poder de los microbios

Entretanto, en China, MoonBiotech aprovecha la diversidad de los microbios del suelo, uno de los recursos más ricos y desaprovechados de la agricultura, para mejorar la salud del suelo y la productividad sostenible.

Fundada en 2015 y con sede en Guangzhou, la empresa se especializa en biofertilizantes microbianos. Su vasta biblioteca microbiana está formada por más de 320 000 cepas que representan 22 000 especies, todas ellas aisladas de ecosistemas de toda China. Gracias a su archivo, MoonBiotech identifica y perfecciona cepas con funciones específicas para tres sectores básicos: la agricultura sostenible, la biofarmacia y las microproteínas alternativas para aplicaciones alimentarias.

«Nuestras ambiciones como Oficina de PI se basan en gran medida en este modelo de valor comprobado e impulsado por la PI».

«Cada muestra de suelo y biológica que recogemos encierra el potencial de una nueva solución», afirma el Dr. Armanda, vicepresidente de MoonBiotech. «Nuestra misión es aprovechar la diversidad microbiana de la naturaleza para crear productos que refuercen la agricultura, la salud humana y la seguridad alimentaria»

«Nuestros análisis basados en plantas nos permiten identificar microbios altamente funcionales con atributos protectores o promotores del crecimiento», añade el Dr. Lindsay, director de operaciones. Las cepas seleccionadas sirven de base para biofertilizantes que pueden sustituir o complementar los insumos químicos y restaurar la vitalidad del suelo.

MoonBiotech defiende agresivamente su propiedad intelectual. La empresa ha presentado 15 solicitudes PCT, además de solicitudes nacionales en los Estados Unidos de América, la Unión Europea, Australia, Canadá, Japón, la República de Corea y Brasil. También se han presentado 85 patentes y 108 marcas en China, seis patentes y ocho marcas en Estados Unidos, así como varias solicitudes en Brasil y la Unión Europea.

Filas de placas de Petri iluminadas y expuestas en estanterías, cada una de ellas con diferentes cultivos microbianos etiquetados debajo.
MoonBiotech
Una exposición de microorganismos de MoonBiotech.

El enfoque de PI de la empresa incluye el cumplimiento de los marcos de biodiversidad y reparto de beneficios. «Antes de que cualquier cepa salga de nuestras instalaciones, verificamos su identidad genómica y establecemos las condiciones contractuales para la distribución de beneficios», afirma el Dr. Lindsay. «Ese nivel de trazabilidad garantiza el cumplimiento de los marcos de biodiversidad y refuerza la confianza de los colaboradores».

Estos activos de PI respaldan las negociaciones de licencias, atraen a inversores estratégicos y favorecen el crecimiento internacional. Como explica el Dr. Armanda: «Nuestras ambiciones de salida a bolsa, previstas para dentro de dos o tres años, se basan en gran medida en este modelo de valor contrastado e impulsado por la PI».

Las fuertes inversiones iniciales se sustentan en estrategias de PI sólidas.

El desarrollo de la biotecnología agrícola requiere una inversión inicial enorme, mientras que los beneficios son inciertos. Así pues, las estrategias de PI de Unibaio, PhageLab y MoonBiotech se rigen por las fuerzas del mercado.

Unibaio ha invertido casi dos millones de dólares y espera gastar hasta seis millones para alcanzar la madurez comercial. «Es evidente que se trata de una operación costosa», afirma Figliozzi. «Debemos justificar las inversiones en I+D para ganarnos la confianza de los inversores y garantizar la viabilidad comercial a largo plazo. Esto significa optimizar la producción, mejorar la escalabilidad y sortear la aprobación reglamentaria, compitiendo con gigantes químicos con gran capacidad financiera».

«Impartimos sesiones de formación periódicas para integrar los principios de PI en la cultura corporativa».

PhageLab también afronta costes elevados. «Desarrollar un producto biológico puede costar millones, dependiendo de las inversiones en instalaciones, sistemas de calidad y procesos reguladores», afirma Carrasco. La empresa prevé una ronda de financiación de serie B en el cuarto trimestre de 2026 para explorar soluciones multiespecie y expandirse internacionalmente.

El calendario de desarrollo de MoonBiotech varía en función de la aplicación. El desarrollo de productos agrícolas microbianos suele requerir entre uno y dos años y un millón de dólares estadounidenses de coste. La tramitación de las solicitudes de plaguicidas puede tardar hasta cinco años, lo que refleja vías reglamentarias más complejas. Por su parte, las líneas biofarmacéuticas y probióticas exigen plazos aún más largos e inversiones mayores.

Estas inversiones solo tienen sentido si existe una protección sólida de la PI, razón por la cual estas empresas no la consideran una idea de última hora, sino el ADN de la organización.

En un laboratorio, una persona con guantes azules marca una cuadrícula en una placa de Petri transparente con un bolígrafo negro.
PhageLab

«Impartimos sesiones de formación periódicas para integrar los principios de la PI en la cultura corporativa y asegurarnos de que todos los empleados entienden cómo su trabajo contribuye a nuestra ventaja competitiva», afirma el Dr. Armanda.

«Nuestro departamento de PI no solo protege nuestras innovaciones, sino que las impulsa», afirma Carrasco, de PhageLab. «Tenemos un programa de incentivos para patentes que alienta a los empleados a presentarlas, y hay recompensas económicas para las innovaciones con gran potencial de patente».

«La PI es una plataforma de lanzamiento para crecer, no solo para asegurar la tecnología».

Unibaio ha colaborado con Itera para gestionar los derechos de PI y crear valor a partir de la innovación. «Hemos incorporado procesos internos para identificar y proteger nuestra innovación, incluidas cláusulas de confidencialidad y derechos de propiedad intelectual en los acuerdos con empleados y colaboradores estratégicos», afirma Figliozzi.

Al crear una cultura centrada en la PI, estas empresas animan a sus empleados a actuar como motores de innovación y exploradores para sacar a la luz descubrimientos patentables antes que la competencia.

Aspectos esenciales de la PI: consejos prácticos para innovadores

Se puede aprender mucho de la forma en que estos innovadores abordan la PI. Lo primero y más importante es presentar la solicitud pronto y de forma estratégica. En cuanto un avance de laboratorio parezca comercialmente viable, afirma el Dr. Armanda, hay que iniciar los trámites legales para proteger la tecnología mientras continúa la I+D.

Carrasco insta a las empresas a considerar la PI como un activo, no solo como una barrera defensiva. «La PI es una plataforma de lanzamiento para el crecimiento, no solo para proteger su tecnología», afirma, y anima a los empresarios a que consideren cómo las patentes pueden abrir mercados, atraer colaboradores y generar ingresos, en lugar de limitarse a bloquear a la competencia.

«Las patentes deben coincidir con los hitos de la comercialización: hay que presentar una patente clave antes de una gran demostración o de una conversación sobre licencias», afirma Figliozzi, quien subraya la importancia de alinear la propiedad intelectual con los objetivos empresariales. Insta a las pequeñas y medianas empresas (pymes) a que utilicen su PI para demostrar que están preparadas para la siguiente fase de desarrollo, ya sea un ensayo de campo, la presentación de la solicitud reglamentaria o la ampliación.

Las tres empresas recomiendan invertir en la cultura de la PI, animar al personal a detectar y notificar invenciones, celebrar las concesiones de patentes y llevar a cabo procesos de formación y divulgación claros para que los científicos se conviertan en defensores activos de la protección.

Pero, sobre todo, estas empresas tratan la PI como un trabajo continuo, no como una tarea puntual. La protección está diseñada para defender a las empresas y permitirles crecer más allá de las solicitudes iniciales.

En conjunto, estas tres empresas constituyen un nuevo modelo de innovación agrícola y gestión de la propiedad intelectual, que demuestra que, con la combinación adecuada de desarrollo científico y estrategia, las pequeñas empresas de biotecnología pueden tener una gran repercusión.

A escala mundial, sus soluciones basadas en la biología ofrecen la esperanza de alimentar a una población cada vez mayor sin destruir los ecosistemas que nos sustentan. Como dice el Dr. Lindsay: «La biotecnología no consiste solo en descubrir, sino también en diseñar sistemas de confianza».

Las empresas que aparecen en este artículo fueron preseleccionadas para los Premios Mundiales de la OMPI 2025. Seleccionados entre las 780 candidaturas de 95 países presentadas este año, los finalistas ejemplifican cómo se puede utilizar la propiedad intelectual de manera estratégica para ampliar las soluciones a algunos de los mayores retos mundiales.

El concurso anual está abierto a pymes, empresas emergentes y empresas derivadas de la universidad que utilicen la PI para crear valor para su negocio. La próxima convocatoria se abrirá antes de que acabe el año. Esté atento a este espacio.

Sobre el autor

Paul Omondi es un escritor especializado en tecnología, propiedad intelectual, sostenibilidad y empresa. Se centra en la intersección entre innovación y soluciones de impacto.