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Curaçao celebra 125 años de protección de marcas

Junio de 2018

Por Gedeona Maduro, Martina Everts-Anthony y Ramses Petronia, Oficina de Propiedad Intelectual, Curaçao

La pequeña isla de Curaçao se sitúa a unos 65 kilómetros al norte de la costa de Venezuela, tiene cerca de 160.000 habitantes y posee un clima cálido y soleado durante todo el año, además de algunas de las playas más hermosas del mundo.

La pequeña isla caribeña de Curaçao posee una larga tradición de protección de marcas. Este año, el país celebra los 125 años de esa trayectoria (foto:chrisuk1/ iStock / Getty Images Plus).

Puede que también haya oído hablar de su licor azul, Blue Curaçao, famoso en todo el mundo y preparado a partir de la piel deshidratada de la laraha, una variedad de naranja amarga que crece en la isla.

Sin embargo, además de su acogedor clima y su embriagador licor, Curaçao también posee una larga tradición de protección de marcas. Este año, el país celebra los 125 años de dicha historia y el hecho de que fue uno de los primeros en su región en crear un sistema de registro de marcas plenamente operativo.

La primera marca de Curaçao

La primera solicitud de registro de marca de Curaçao lleva fecha de 20 de enero de 1893. Fue presentada por el Sr. Abraham Mendez Chumaceiro en nombre de Mignot & De Block, una empresa tabaquera holandesa con sede en Eindhoven (Países Bajos) que deseaba registrar la marca María Cristina para sus habanos. Dado que Curaçao se encontraba bajo la jurisdicción del Reino de los Países Bajos, la solicitud se tramitó con arreglo a la ley de marcas holandesa, que entró en vigor en dicho país el 1 de enero de 1881 y fue modificada el 30 de septiembre de 1893. Esta primera solicitud de registro de marca se basaba en el primer instrumento jurídico sobre marcas de Curaçao, una ordenanza con fecha 12 de febrero de 1881.

Meses después de la presentación de la primera solicitud de registro de marca, un decreto real de 9 de noviembre de 1893 estableció la entrada en vigor de una nueva ley de marcas en Curaçao.

Si bien el primer registro de marca ya ha expirado, en el Registro de marcas de Curaçao aún figura la marca Vinolia, que fue registrada por primera vez por la empresa Vinolia Company Limited de Londres el 30 de diciembre de 1901 y aún sigue en vigor, lo cual pone de manifiesto el imperecedero valor comercial de los derechos de marca. El registro de la marca era, entre otros productos, para jabones y velas. El jabón Vinolia fue utilizado por los pasajeros de primera clase de los transatlánticos RMS Titanic y RMS Queen Mary. La empresa G.A. Winkel Sr. Inc., con sede en Curaçao, gestiona la marca desde su registro inicial en 1901. Actualmente, la marca es propiedad de Unilever.

Entonces, ¿cómo pudo afianzarse la protección de marcas en esta hermosa pero pequeña y remota isla?

El comercio internacional y la PI

La marca Vinola fue registrada por la empresa Vinolia Company Limited
de Londres el 30 de diciembre de 1901 y aún sigue en vigor. Se aplicó
para un jabón que fue utilizado por los pasajeros de primera clase en
el RMS Titanic y el RMS Queen Mary
(photo: Author unknown / Wikipedia:Public domain).
FOTO: CORTESÍA DE LA OFICINA DE PROPIEDAD INTELECTUAL DE Curaçao

La respuesta se halla en los vaivenes de la historia colonial de Curaçao. El comercio desempeñaba un papel importante en la isla desde que fue conquistada por la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales en 1634. Durante más de un siglo, la isla sirvió como puerto de tránsito para marineros de todos los puntos del planeta. Tras la abolición de la esclavitud en 1863, el comercio, la agricultura y la pesca se convirtieron en los pilares de su economía. Además, los estrechos lazos políticos de la isla con el Reino de los Países Bajos hicieron que los avances políticos, jurídicos y tecnológicos de Europa llegaran a la economía local y la transformaran, también en ámbitos como el de la propiedad intelectual (PI).

La ley de marcas de Curaçao surgió en el momento álgido de la revolución industrial. Los avances tecnológicos trajeron mejoras importantes en las comunicaciones mundiales e impulsaron el comercio internacional a unos niveles sin precedentes. Para apoyar la expansión económica mundial, los encargados de la formulación de políticas a nivel internacional celebraron dos acuerdos internacionales de gran importancia que aún siguen en vigor. Los Países Bajos fueron uno de los primeros países en adherirse al Convenio de París para la Protección de la Propiedad Industrial, de 1883, y al Arreglo de Madrid relativo al Registro Internacional de Marcas, de unos años después, 1891. Los Países Bajos se adhirieron al Convenio de París el 20 de marzo de 1883 y al Arreglo de Madrid el 1 de marzo de 1893. Como, en aquel momento, Curaçao formaba parte del Reino de los Países Bajos, las empresas de la isla se beneficiaron de estos históricos avances internacionales.

Estos acuerdos tenían por fin fomentar la innovación, el ordenamiento del mercado, el crecimiento económico y el desarrollo empresarial.

Por ejemplo, en el Convenio de París se introdujo la noción de reciprocidad a nivel internacional. Con arreglo a las disposiciones que rigen el “trato nacional”, el Convenio exige a los países miembros que concedan la misma protección a los nacionales de otros Estados contratantes que la que otorgan a sus propios nacionales. Del mismo modo, el Convenio prevé el derecho de prioridad respecto de las patentes, los modelos de utilidad (si existen), las marcas y los dibujos y modelos industriales. Esto significa que cuando un solicitante presenta una solicitud en un país miembro, obtiene un plazo de tiempo para presentar su solicitud de protección en cualquier otro país miembro, de modo que se considera que todas las solicitudes posteriores han sido presentadas en la misma fecha que la primera solicitud. Concretamente, se concede así a los solicitantes más tiempo para decidir en qué jurisdicciones desean obtener protección para su PI. El Convenio de París prevé además una serie de normas comunes para ayudar a crear un entorno competitivo en el que las empresas legítimas puedan prosperar.

Del mismo modo, el Arreglo de Madrid sentó la base para el desarrollo del Sistema de Madrid (que actualmente se rige por el Protocolo concerniente a ese Arreglo, de 1989) e incluye a 101 miembros y 117 países. El sistema ofrece a las empresas un medio económico y sencillo de registrar y gestionar sus carteras de marcas a nivel internacional.

La importancia de la marca María Cristina

El registro de la marca María Cristina supuso el comienzo de la protección de marcas en Curaçao y de un sistema que ha contribuido a sostener la economía de la isla durante cerca de 125 años. La protección de las marcas ha sido, en definitiva, una piedra angular de la economía de esta isla caribeña, pequeña pero bien situada estratégicamente. El rápido acceso a los servicios de registro permite a las empresas nacionales y extranjeras seguir siendo competitivas y proteger sus intereses en los mercados internacionales.

Curaçao alberga un sector de servicios financieros de éxito y una mano de obra formada, con grandes capacidades, y multilingüe (en la isla se habla holandés, inglés, papiamento y español). Sus fuertes lazos con el Caribe, Europa y las Américas, su infraestructura de telecomunicaciones de gran calidad y el hecho de que se encuentra fuera de la zona de huracanes hacen de la isla un lugar atractivo desde la perspectiva empresarial.

Además, la actual ley de marcas de Curaçao se ajusta perfectamente a las prácticas internacionales en materia de registro de marcas. Los solicitantes pueden presentar sus solicitudes de registro de marca en holandés, inglés, papiamento o español.

Por último, Curaçao es solo uno del grupo de países del Caribe (junto con Antigua y Barbuda, Cuba y la holandesa San Martín) que han aplicado el Protocolo concerniente al Arreglo de Madrid relativo al Registro Internacional de Marcas (el Protocolo de Madrid), tras la adhesión a dicho tratado en 2003 por las Antillas Neerlandesas, de las cuales formaba parte Curaçao.

La sensibilización sobre la PI en Curaçao

Las estadísticas anuales elaboradas por la OMPI en relación con el uso del sistema de marcas en todo el mundo, tanto en solicitudes presentadas a nivel nacional como solicitudes internacionales presentadas por conducto del Sistema de Madrid, muestran que, en cifras per cápita, Curaçao se encuentra en una buena posición en comparación con otras naciones caribeñas.

Si bien estos datos son alentadores, aún queda mucho por hacer para aumentar la sensibilización en toda la isla sobre el papel y la importancia de los derechos de PI como las marcas.

Foto: Clint Physter / iStock Editorial / Getty Images Plus

Las reseñas locales ayudan a resaltar la importancia estratégica de los derechos de marcas a la hora de impulsar los objetivos de desarrollo económico de la isla. Por ejemplo, la protección de marcas es una parte esencial de la estrategia comercial de empresas de éxito como Curaçao Laboratories Ltd. (fundada el 16 de septiembre de 1948), la cual exporta a los mercados internacionales.

La empresa posee una cartera considerable de registros de marcas, tanto nacionales como internacionales, entre las que cabe citar Alcolado Glacial, un producto muy conocido en Curaçao y muchos otros mercados. Alcolado Glacial es una refrescante loción con aroma a mentol. Se vende, junto con una amplia gama de productos relacionados, en más de 25 países, entre otros el Canadá, países de Europa y los Estados Unidos de América.

Partiendo de una trayectoria tan rica en protección de marcas, la Oficina de Propiedad Intelectual de Curaçao tiene como objetivo ayudar a las empresas nacionales y extranjeras a proteger y gestionar sus carteras de marcas tanto en el plano nacional como internacional. Esto les permitirá sacar el máximo provecho al valor comercial de sus derechos de marca, ampliar sus actividades y apoyar el desarrollo económico de Curaçao. Hoy brindamos –con Blue Curaçao, por supuesto– por los últimos 125 años y expresamos nuestro firme deseo de seguir apoyando la adopción y el uso generalizado de nuestros servicios para permitir el crecimiento de las empresas en las décadas por venir.

El propósito de OMPI Revista es fomentar los conocimientos del público respecto de la propiedad intelectual y la labor que realiza la OMPI, y no constituye un documento oficial de la Organización. Las denominaciones empleadas en esta publicación y la forma en que aparecen presentados los datos que contiene no entrañan, de parte de la OMPI, juicio alguno sobre la condición jurídica de ninguno de los países, territorios o zonas citados o de sus autoridades, ni respecto de la delimitación de sus fronteras o límites. La presente publicación no refleja el punto de vista de los Estados miembros ni el de la Secretaría de la OMPI. Cualquier mención de empresas o productos concretos no implica en ningún caso que la OMPI los apruebe o recomiende con respecto a otros de naturaleza similar que no se mencionen.