Innovar es hacer algo nuevo que mejora un producto, un proceso o un servicio. Muchas innovaciones pueden protegerse mediante derechos de propiedad intelectual (P.I.).
Las invenciones son la base de la innovación. Una invención es una solución nueva a un problema técnico, la cual puede protegerse por patente. Las patentes protegen los intereses de los inventores que hayan obtenido tecnologías realmente revolucionarias y prósperas en términos comerciales, ya que aseguran que los inventores puedan tener control sobre el uso comercial de su invención.
Las patentes confieren, a las personas o empresas que las poseen, el derecho a impedir a terceros la fabricación, la venta o la importación de esa tecnología, lo cual ofrece a los inventores la oportunidad de vender, comercializar o conceder en licencia sus tecnologías patentadas a terceros que quieran utilizarlas.
Los criterios que deben cumplirse para obtener una patente están establecidos en las leyes nacionales de P.I. y pueden variar de un país a otro. Pero, generalmente, para obtener una patente, el inventor debe demostrar que su tecnología es nueva (novedad); útil y no evidente para un experto en la materia. Para ello, el inventor debe describir cómo funciona su tecnología y qué se puede hacer con ella.
Una patente puede durar 20 años, pero, normalmente, el titular de la patente tiene que abonar unas tasas periódicamente a lo largo de ese período de 20 años para que la patente siga siendo válida. En la práctica, si la tecnología tiene un valor comercial limitado, el titular de la patente podrá optar por abandonar la patente, en cuyo caso, la tecnología pasará a formar parte del dominio público y podrá utilizarse gratuitamente.
Además de reconocer y premiar la labor de los inventores cuando obtienen tecnologías de éxito comercial, las patentes sirven para informar al mundo acerca de tales invenciones. Para obtener protección por patente de su invención, un inventor debe explicar detalladamente cómo funciona. Así, cada vez que se concede una patente, se amplía el volumen de información tecnológica que está disponible al público gratuitamente (véase la guía didáctica Utilizar y aprovechar la información contenida en las patentes).
La OMPI pone a disposición del público dicha información, así como otra información relacionada con las patentes, gratuitamente, mediante sus bases de datos mundiales. De entre dichas bases de datos, la de mayor volumen –y también una de las mayores del mundo– es PATENTSCOPE. Esta base de datos contiene más de 50 millones de solicitudes de patente que pueden consultarse gratuitamente. La finalidad de difundir ampliamente dicha información es impulsar nuevas ideas y potenciar la innovación, a la vez que se contribuye a reducir el desequilibrio en el ámbito del conocimiento entre los países desarrollados y los países en desarrollo.
Una patente es un derecho privado concedido por un organismo estatal, que solo tiene efecto jurídico en el país (o la región) en que se concede. Así, los inventores o las empresas que quieran proteger su tecnología en mercados extranjeros deben solicitar protección por patente de sus nuevas tecnologías en dichos países.
El Tratado de Cooperación en materia de Patentes (PCT) de la OMPI tiene por objeto facilitar y abaratar el proceso de obtención de protección por patente en 152 países diferentes
En el plazo de un año desde que presentan la solicitud de protección por patente en su propio país, los inventores pueden poner en marcha el proceso de obtención de protección por patente en cada uno de los mercados en que quieran vender su tecnología, mediante la presentación de una única solicitud internacional por conducto del PCT. Este procedimiento ofrece muchas ventajas:
La Academia de la OMPI imparte un curso gratuito de enseñanza a distancia, estructurado en 14 módulos, que abarca los aspectos básicos del PCT. Al finalizar el curso, los participantes que lo hayan culminado con éxito obtienen un certificado electrónico.
Hay otros derechos de P.I. que también pueden utilizarse para proteger una nueva tecnología, producto o servicio. Por ejemplo:
El derecho de autor protege las expresiones artísticas, como composiciones musicales, películas, obras de teatro, fotografías, pinturas, obras arquitectónicas y otras obras creativas. El término “obras creativas” se define muy ampliamente a los fines del derecho de autor, de suerte que el derecho de autor se puede aplicar a la protección de textos funcionales, como puedan ser guías de usuario y el embalaje de productos, así como obras de arte.
Mediante los derechos sobre los dibujos y modelos industriales se protege la forma y la dimensión de un producto, esto es, su aspecto (mientras que la funcionalidad de un producto –cómo funciona– se protege por patente). Las empresas invierten mucho tiempo y dinero en obtener diseños nuevos y atractivos que seduzcan a los consumidores y les induzcan a comprar sus productos. Hoy en día, el diseño se considera un factor determinante en el éxito comercial de un producto.
Las marcas son signos que permiten distinguir los productos o servicios de una empresa de los de otras empresas. Las marcas son herramientas indispensables en el mundo empresarial actual, ya que ayudan a las empresas a ampliar su cuota de mercado y, a los consumidores, a distinguir lo que quieren comprar en un mercado saturado de productos.
Los secretos comerciales pueden utilizarse para proteger los conocimientos técnicos de una empresa. Fundamentalmente, las leyes sobre secretos comerciales aseguran que algunas personas (por ejemplo, los empleados de una empresa) pueden estar obligados a respetar la confidencialidad de determinada información (véase el artículo Ocho etapas para proteger los secretos comerciales).
Una invención puede protegerse como secreto comercial o por patente. Muchas empresas utilizan los secretos comerciales para proteger sus conocimientos técnicos, pero ello tiene desventajas. Desde el punto de vista de la empresa, puede resultar arriesgado, porque una vez que la información ha sido legítimamente divulgada (esto es, si un tercero averigua cómo funciona una invención), ya no estará protegida. Desde el punto de vista del interés público, los secretos comerciales tienen menos beneficios que las patentes, puesto que no entrañan el intercambio de información técnica.