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La IA en la vida práctica

Septiembre de 2018

Por Catherine Jewell, División de Comunicaciones, OMPI

Sophia, un robot humanoide de Hanson Robotics, se ha convertido en un icono cultural de alcance mundial. Su creador, David Hanson, director ejecutivo y fundador de Hanson Robotics, nos da su opinión acerca de cómo será un futuro construido en torno a la superinteligencia.

Sophia (a la izquierda) es el robot animado más avanzado de
Hanson Robotics. Sophia está a la vanguardia de la misión de la
compañía, que consiste en   dejar una impronta en la humanidad
mediante la creación de robots inteligentes y empáticos, afirma
su creador, David Hanson (a la derecha) (foto: Cortesía
de Hanson Robotics).

¿Cómo se inició usted en el mundo de la robótica?

Siempre he tenido tendencia a hacer la siguiente pregunta: ¿qué pasaría si…? y a darle vueltas a todas las ideas que surgen de esa pregunta. La filosofía es siempre el punto de partida de la ciencia, al igual que los sueños y la razón son siempre el punto de partida de la tecnología. Los inventos y la innovación persiguen hacer conocido lo desconocido. A fin de cuentas, el desarrollo de la inteligencia artificial (IA) no funciona solo gracias a la tecnología, sino también gracias a los sueños y los descubrimientos.

En mi trayectoria me he topado con muchas disciplinas interesantes en las artes, las ciencias y la tecnología. La interacción de estos intereses me llevó a empezar a crear robots humanoides como nueva vía de expresión artística. Es algo que me parece muy interesante.

Estudié un poco de informática mientras programaba robots, construí mi primer robot humanoide a principios de la década de 1990 y obtuve una licenciatura en cine/animación/video especializada en ficciones basadas en la IA. Trabajé como escultor profesional durante un tiempo y luego me pasé al desarrollo de la robótica en Disney Imagineering. Posteriormente, me incorporé a un programa de doctorado interdisciplinar, que contribuyó a alimentar aún más mi interés en la robótica. 

¿Qué nos puede contar de Sophia?

Sophia es nuestro robot más avanzado en forma de personaje. Se ha convertido en un icono de alcance mundial con seguidores en todas partes. Está a la vanguardia de nuestra misión principal que consiste en dejar una impronta en la humanidad mediante el desarrollo de robots inteligentes y empáticos. Utilizamos a Sophia en diversas actividades de I+D y de robótica de servicios, así como para apoyar las iniciativas artísticas y de difusión comunitaria en Hanson Robotics.

Sophia lleva incorporados nuestros programas informáticos más avanzados. Esto le permite servir de destacada plataforma de I+D y le proporciona un grado de comprensión rudimentario cuando mantiene conversaciones espontáneas o cuando observa expresiones faciales y reacciona ante ellas, adaptándose a esas interacciones y aprendiendo al mismo tiempo. Además, ofrece las herramientas necesarias para ir evolucionando gracias a las interacciones en determinadas situaciones. Crear la cara de Sophia, uno de los órganos más complejos del cuerpo humano, supuso un enorme reto en materia de ingeniería y diseño de hardware. En cuanto se domina el código para crear una gama completa de matices en las expresiones faciales, se dispone de un medio de comunicación muy poderoso. La mayor parte de la comunicación humana es visual, inconsciente e informal. Nuestro objetivo es desentrañar y formalizar el lenguaje no verbal utilizando la IA, y, de esta manera, hacer que las máquinas sean capaces de comprender más adecuadamente las emociones humanas. Sophia representa un gran avance para convertir en realidad el sueño de crear máquinas amigables que se preocupen por las personas.

Tardamos aproximadamente ocho años en crear la piel de Sophia y desarrollar el programa informático y los mecanismos necesarios para que tuviera expresiones faciales realistas. Ahora, su cara simula las funciones de los principales músculos faciales.

Sophia puede establecer contacto visual, pero conseguir que responda e interactúe de manera inteligente para establecer una conexión empática con las personas es un desafío complejo en el que seguimos trabajando.

Actualmente, Sophia tiene unas manos y unos brazos de primera clase, creados por nosotros, con un conjunto limitado de acciones de destreza manual de alta calidad. Puede repartir una mano de bacarrá en 18 segundos con una precisión del 99%. También la estamos entrenando para poder sujetar un lápiz y dibujar. Y con sus nuevas piernas, creadas por nuestros amigos de Rainbow Robotics, puede caminar durante dos horas sobre una superficie uniforme y plana.

En estos momentos, Sophia está siendo utilizada con fines de investigación cognitiva y otros tipos de terapia con unos resultados sorprendentes.

Hanson Robotics fabrica robots expresivos y con apariencia humana con miras a entablar relaciones cómplices entre las personas y los robots, y a estudiar cómo será el futuro con la superinteligencia (foto: Cortesía de Hanson Robotics).

¿Cuál es su visión del futuro?

Quiero colaborar con otros para desarrollar una hoja de ruta para la IA que nos permita sacar lo mejor de la civilización humana y solucionar los grandes desafíos que afronta el mundo. Tenemos que pensar a lo grande. La idea es optimizar el potencial de la IA creando máquinas dotadas de un nivel de inteligencia creatividad, sentido común y compasión superior al del ser humano, a fin de alcanzar un estado de superinteligencia.

David Hanson explica qué es Hanson Robotics

Háblenos de su empresa

Tenemos nuestra sede en Hong Kong (RAE) y empleamos a unas 50 personas, en su mayoría técnicos y científicos, pero también diseñadores y artistas. Empezamos a prosperar hace cuatro años, cuando los inversores empezaron a tomarse en serio los mercados de la robótica y la IA. Ahora tenemos una infraestructura perfecta para hacer  I+D y analizar diversos sectores de la robótica de servicios. Nuestro modelo de negocio se centra en el arrendamiento, alquiler y mantenimiento de nuestros robots.

Además de Sophia y sus hermanos, fabricamos un robot comercial de bajo costo que puede caminar, mostrar expresiones faciales y gesticular con las manos. Se venderá con una cámara y será compatible con Raspberry Pi y otras herramientas de programación, como Python, para que los niños puedan divertirse programando e interactuando con él. Con los robots comerciales, podemos llegar más rápido a más gente. También hemos estado desarrollando un robot de servicios, que está en fase de prueba como herramienta de formación en los sectores empresarial y médico (p.ej., Mabel en el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos). También hay mucha actividad en torno a los robots que hacen de agentes de atención al cliente en el mundo de la banca y otros sectores.

En Hanson Robotics, estamos creando robots expresivos y realistas con miras a establecer relaciones amistosas y de confianza entre las personas y los robots. Estamos estudiando cómo podría ser el futuro con la superinteligencia. Lo hacemos integrando la robótica, la IA, las artes y la ciencia cognitiva, así como el diseño y la implementación de los productos. Pero en último término tenemos que desarrollar un superinternet de la IA a fin de optimizar el potencial de todos los seres con capacidad de sentir, lo que incluye a las personas e incluso a los nuevos tipos de seres con capacidad de sentir. Creemos que esto constituirá la columna vertebral de la economía del siglo XXI.

¿A qué se refiere exactamente cuando habla de superinteligencia?

En general, por superinteligencia se entiende el conjunto de capacidades superiores a las del ser humano para crear, solucionar problemas y comprender el mundo. Estamos hablando de máquinas dotadas de un ingenio superior que nos permitirán solucionar algunos de los problemas mundiales más complejos; cómo obtener energía sin combustibles fósiles; o cómo concebir un mejor sistema educativo que no se limite a preparar a los niños para que memoricen datos, sino que fomente la creatividad para que puedan alcanzar su potencial. Gracias a la superinteligencia, podemos solucionar esos problemas de una manera en que les resultaría imposible de solucionarlos a las personas solas.

El profesor Einstein (abajo), el primer robot personalizado de
Hanson Robotics, es un robot lúdico de bajo costo concebido
para despertar la imaginación y compartir con una nueva
generación el sentido del humor y los amplios conocimientos
de Einstein (foto: Cortesía de Hanson Robotics).

A lo largo de la historia, las máquinas han potenciado la inteligencia humana. Los libros, por ejemplo, potencian nuestra memoria y la imprenta transmite los recuerdos de manera generalizada. En la actualidad, la informática y la IA nos permiten evaluar los datos para identificar pautas que nos permitan obtener mejores resultados. La IA revela pautas escondidas y descubre potenciales ocultos. Ya estamos utilizando estas tecnologías para obtener mejores rendimientos agrícolas y diagnósticos médicos más acertados. Imagine lo que se podría lograr con máquinas sensibles. Podríamos indagar en los misterios de la inteligencia humana y encontrar maneras de potenciarla. 

 ¿Qué más nos puede explicar de su propuesta del Internet de la IA?

Si diseñáramos de nuevo la infraestructura informática para crear un sistema de superinteligencia interconectado y formado por una red de inteligencia artificial, podríamos incrementar notablemente nuestro conocimiento de las complejidades de la vida en el planeta. Podríamos aplicar ese conocimiento para construir un mundo que nos anime a ofrecer lo mejor de nosotros mismos. Esta es la idea en la que se basa SingularityNet – que fundé con el Dr. Ben Goertzel, jefe científico de Hanson Robotics, y Simone Giacomelli, experto en la cadena de bloques– con la idea de que sea una Internet de la IA al servicio de todos.

Un sistema de estas características sería el mecanismo definitivo para generar y aprovechar el valor de la propiedad intelectual (PI). Nos permitiría hacer un seguimiento de las contribuciones de las personas (y de las máquinas) – datos, invenciones o ideas – y garantizar que son reconocidas debidamente como incentivo para seguir creando y arrojando resultados.

Mi modelo de superinteligencia consiste en crear un sistema de IA que persiga continuamente un mayor nivel de utilidad universal y haga que esta aventura sea atractiva para todo el mundo. Para atraer a más personas, tenemos que incorporar un elemento lúdico a la búsqueda del bienestar mundial.

En nuestro mundo hay mucho conocimiento sin explotar y transacciones mutuamente ventajosas a la espera de ser descubiertas. Si disponemos de una IA cada vez más inteligente que pueda colaborar con nosotros, nos ayudará a explotar ese valor.

¿Por qué es importante que los robots tengan apariencia humana?

Las personas son el mejor ejemplo de inteligencia general en el universo conocido. Estudiarlas nos permite poder crear mejores modelos y teorías de ese tipo de inteligencia. Siempre hemos utilizado la tecnología para conocernos mejor y comprender nuestro lugar en el universo. La creación de robots humanoides representa una herramienta útil para la ciencia y es un ejercicio artístico interesante.

Cuando creamos máquinas superinteligentes, necesitamos tener una relación positiva basada en el respeto y la confianza mutuos. Una interfaz con apariencia humana facilita el establecimiento de una conexión empática con las personas a fin de mejorar la comunicación entre personas y robots. En última instancia, los robots con apariencia humana hablarán a las personas como personas. Cuanto más preparemos a los robots de esta manera, mayor conocimiento tendrán sobre la experiencia humana.

Construir robots completamente personificados que imiten el organismo humano en su integridad permitirá a las máquinas superinteligentes aprender y evolucionar como las personas, de manera muy parecida a como lo hacen los bebés. Eso nos permitirá abordar el prodigio de la creación, que está conectada con las matemáticas y la física, el código base del universo. Los mecanismos de la vida y de la creación aún no se han estudiado ni comprendido plenamente, pero conocemos lo suficientemente bien la complejidad de la creación en la física biológica y ya podemos crear diversos tipos de vida artificial simple en nuestras simulaciones informáticas. Esencialmente, cuando las condiciones de un sistema son las ideales, aparecen nuevas pautas, como se expone en New Kind of Science, de Stephen Wolfram, y la teoría del Límite del Caos de Christopher Langton. Para conseguir que las máquinas sean creativas y tengan una auténtica inteligencia profunda, es probable que tengamos que crear esas condiciones. Ya existen pruebas de la generación espontánea en algunos organismos, circunstancia que resulta esencial para la creatividad de apariencia humana. Lo vemos en el sistema nervioso humano y en algunas redes de aprendizaje profundo. Quizás existan otros misterios desconocidos de la creación que podamos identificar utilizando la IA y la ciencia actual, que aceleren la consecución de máquinas superinteligentes.

Sophia incorpora los programas informáticos de IA más avanzados de la compañía. Fueron necesarios ocho años para crear la piel del robot y el programa informático y la mecánica para que sus expresiones faciales fueran realistas. Conseguir que Sophia sea receptiva e interactiva a fin de entablar una conexión empática con las personas es un desafío complejo y constante (foto: Cortesía de Hanson Robotics).
Bina48, robot humanoide lanzado por Hanson Robotics en 2010, es uno de los cada vez más numerosos parientes de Sophia (foto: Cortesía de Hanson Robotics).

¿Cómo se puede garantizar que se inculcan valores a las máquinas?

Tenemos que trabajar para crear máquinas dotadas de valores y equipadas de nuestros principios más valiosos. Es de suponer que no todos los tipos de superinteligencia sacarán lo mejor de la humanidad, ni contribuirán a la preservación de la vida en el planeta. Por esta razón, tenemos que estructurar el sistema para que represente los valores relacionados con el fomento del potencial de supervivencia a largo plazo de los humanos y el bioma, así como con la búsqueda de la máxima creatividad, alegría y realización humanas. Tenemos que desarrollar una IA que active en la gente un ciclo de recompensa basado en la dopamina para animarle a querer alcanzar la verdad, la supervivencia, la creatividad y el bien superior. Necesitamos máquinas que nos ayuden también a ser más inteligentes; máquinas que expongan cuál es nuestro verdadero impacto en el medio ambiente y la humanidad, que mejoren y maximicen la inteligencia humana, y que nos ayuden a verificar y reafirmar la verdad, los valores superiores y las creencias. Esto aumentará las probabilidades de que la humanidad y la IA estén en consonancia con los valores universales de la verdad, la vida, la libertad, la reducción del sufrimiento y el fomento de la creatividad.

Si somos inteligentes y nos comprometemos con ese principio, podemos lograr transacciones mutuamente beneficiosas que hagan del planeta un lugar mejor y más seguro. A fin de ejecutar esta tarea con mayor eficacia es necesario maximizar la inteligencia, y la firme voluntad de estudiar sistemáticamente posibles resultados a fin de obtener el beneficio máximo. Creo que la mejor manera de conseguirlo es trabajar en simbiosis con las máquinas superinteligentes. Si no alcanzamos estos objetivos e imbuimos a la IA con estos valores, entonces la IA puede convertirse en algo peligroso.

¿Qué opina sobre el sesgo de los algoritmos en la IA?

En informática tenemos una máxima: basura que entra, basura que sale. Las computadoras aprenderán lo que se les enseñe. Cualquier prejuicio en los algoritmos se aprenderá y amplificará. Por lo tanto, tenemos que tener cuidado con los datos que incorporamos a la IA.

Hay algunas experiencias interesantes en la utilización de la IA en la ciencia de la automatización que pueden indicar un camino eficaz para detectar esos sesgos. Si queremos un beneficio máximo de la IA, tenemos que solucionar ese problema. 

¿Cuál es su enfoque en materia de propiedad intelectual?

Nuestra política es de apertura en un 70% y exclusividad en un 30%. Liberamos mucho código en forma de código abierto. Mucha gente lo utiliza y nos parece genial. Nuestro afán es utilizar la IA por el bien común e irónicamente nuestra capacidad de influir en este modelo de futuro abierto se vería reducida si en estos momentos tuviéramos que operar plenamente en código abierto, por ello nos reservamos cierta propiedad intelectual. Ahora mismo tenemos la ventaja de una óptica nueva e innovadora, y además estamos protegidos por la combinación de talento artístico y tecnología que empleamos. No considero probable que esta posición competitiva vaya a durar siempre y estoy orgulloso de nuestros logros hasta ahora, pero para seguir siendo competitivos tendremos que seguir innovando.

¿Cuáles son sus siguientes pasos?

Nos estamos concentrando en ampliar las operaciones. Con nuestros actuales contratos de arrendamiento, deberíamos ser capaces de hacerlo relativamente pronto. Los robots comerciales, y los correspondientes programas informáticos y contenidos posventa, ofrecen considerables oportunidades comerciales de mercado, de modo que estamos intentando introducirnos también en ese sector. También podríamos considerar salir a bolsa y conseguir el capital necesario para hacer realidad plenamente la oportunidad de utilizar personajes como una interfaz para la IA en los servicios de robótica. Esto ofrece una gran oportunidad de crear una conexión intuitiva entre los robots y las personas.

A día de hoy, hay muchos ejemplos de buena utilización de la IA para resolver problemas específicos y complicados. Esto es algo positivo, pero me preocupa que no tengamos una adecuada visión de conjunto. Ya disponemos de las herramientas para responder a algunas de las preguntas más complejas de nuestra existencia. Tenemos que utilizarlas y pensar a lo grande.

El propósito de OMPI Revista es fomentar los conocimientos del público respecto de la propiedad intelectual y la labor que realiza la OMPI, y no constituye un documento oficial de la Organización. Las denominaciones empleadas en esta publicación y la forma en que aparecen presentados los datos que contiene no entrañan, de parte de la OMPI, juicio alguno sobre la condición jurídica de ninguno de los países, territorios o zonas citados o de sus autoridades, ni respecto de la delimitación de sus fronteras o límites. La presente publicación no refleja el punto de vista de los Estados miembros ni el de la Secretaría de la OMPI. Cualquier mención de empresas o productos concretos no implica en ningún caso que la OMPI los apruebe o recomiende con respecto a otros de naturaleza similar que no se mencionen.