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El mercado de la música digital – Cómo educar al público

Abril de 2008

Según se revela en el “ Informe sobre la música digital” correspondiente a 2008 de la Federación Internacional de la Industria Fonográfica (IFPI), la facturación mundial de la industria fonográfica en concepto de música digital ascendió a 2.900 millones de dólares en 2007, lo cual representa un aumento del 40% con respecto al ejercicio precedente. No son cifras nada malas, considerando que, apenas cinco años atrás, la industria se hallaba ausente del mercado digital. Pese a todo, cabe preguntarse si ese aumento descomunal de la venta de música digital compensará las pérdidas sufridas por la industria en el rubro del disco compacto, cuya facturación mengua sin pausa tras alcanzar los 45.000 millones de dólares en 1997. En absoluto, si resultan ser correctas las proyecciones que se exponen en el informe “Recorded Music and Music Publishing” correspondiente a marzo de 2007, elaborado por la firma Enders Analysis.

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En opinión de la IFPI, la causa principal de que la venta de música digital no haya compensado la menor facturación de los discos compactos radica en dos fenómenos que se extienden sin coto alguno: la reproducción o descarga ilícita de obras musicales y la puesta en común o intercambio de archivos mediante redes de Internet especiales (peer-to-peer (P2P) file sharing). Para atajar el problema, la Federación solicita a los proveedores de servicios de Internet que procedan a suspender y desconectar las cuentas de quienes infringen los derechos de autor, así como a establecer filtros especiales, considerando que, en 2007, se registraron decenas de miles de millones de actos de descarga ilícita de archivos de música, con una proporción de veinte reproducciones ilícitas por solamente una autorizada. La Federación propone asimismo que los nuevos regímenes de reparto de los ingresos formalizados con los proveedores de servicios de Internet estimulen a estas compañías a actuar contra la piratería. Junto con ello, la denuncia judicial de dichos proveedores de servicios hará también que se presten a colaborar con la industria musical. (Véase asimismo, En los tribunales: A la caza del pirata P2P)

La industria musical trata de remediar la situación por otras vías, como las campañas de publicidad con las que se busca llegar directamente al público. Hace tres años se inauguró el sitio “pro-music.org” con el respaldo de la industria musical de todo el mundo, desde los músicos y sus representantes hasta las más importantes casas editoras de obras musicales, pasando por los sellos fonográficos, distribuidores y artistas intérpretes y ejecutantes. La finalidad del sitio es educar al público en todo lo relativo a la descarga lícita de música y contiene enlaces a recursos didácticos para que los padres, a su vez, puedan enseñar a los hijos cómo emplear Internet de forma responsable.

El señalado criterio es acorde con las conclusiones de un estudio realizado por la casa Microsoft en enero “Las actitudes del adolescente ante la descarga ilícita de obras musicales” (Survey of Teen Attitudes on Illegal Downloading). La encuesta puso de relieve que los padres eran la primera fuente de información con que cuenta el adolescente para aprender todo lo relativo a la descarga. Además, se comprobó que hay una relación directa entre los conocimientos sobre el derecho de autor que posee el adolescente y la comprensión de que la descarga ilícita de obras musicales es una infracción punible. Sin embargo, en el adolescente de mayor edad, dichos conocimientos no suelen traducirse en un cambio de actitud con respecto a la descarga. Las conclusiones de la encuesta indican que las campañas de publicidad dirigidas a los padres para que éstos enseñen a los hijos a respetar las normas sobre descarga lícita de archivos dan mejores resultados que aquellas concebidas expresamente para el adolescente.

¿Qué hacer ante los nuevos problemas?

Internet creó un nuevo mundo para la industria musical que, además de brindarle oportunidades, también crea obstáculos. Dice el Informe de la IFPI que “la posibilidad de conseguir obras musicales sin dificultad alguna perjudicó notablemente el valor económico de la música ante los ojos del consumidor”. Eso constituye un problema de gran envergadura para la industria musical, que no supo reaccionar a tiempo, según dicen las críticas. Admite la Federación que las casas fonográficas esperaron hasta ahora para adaptarse a la nueva situación, concibiendo nuevas formas de explotación que les permitan sobrevivir, y prosperar, en el mundo digital.

El informe de la agencia Enders llega a idénticas conclusiones: “el estudio de los problemas fundamentales revela de forma sistemática que, por lo general, la industria […] no estaba preparada y que, por tanto, adoptó medidas erróneas”. A modo de ejemplo, se cita que fue la misma industria la que estableció sus propios servicios de suscripción en línea en 1999, cuando comenzaron a surgir los programas de puesta en común de archivos, y que, luego, se negó a conceder licencias para servicios de descarga hasta que sus propios servicios de suscripción se demostraron inútiles. Sin embargo, Enders menciona que, en 2007, el sello Universal decidió otorgar a YouTube licencias sobre las grabaciones originales, lo cual revela que la industria ha rectificado el rumbo.

Sin embargo, en el informe de Enders se señalan otros problemas que aquejan a la industria. En primer lugar, la decadencia del álbum musical, pues el melómano de nuestros días ya no está dispuesto a comprar un álbum entero para escuchar solamente una o dos canciones que le interesan; entonces, va a Internet y descarga un disco sencillo que le cuesta menos. En segundo término, Enders señala que el auge de la industria musical registrado en los decenios de 1980 y 1990 se explica por que los aficionados decidieron reconstruir la biblioteca musical, sustituyendo las colecciones de vinilo por los nuevos discos compactos; sin embargo, eso ocurrió una vez y la revolución digital no podrá hacer que se repita. Por último, el aumento de la apatía: numerosos aficionados dicen que están desengañados con la mala calidad que brinda la industria musical.

Las conclusiones de Enders se ven reforzadas por otro estudio que realizara en 2006 la compañía de estudios de mercado Ipsos previo encargo de la revista Rolling Stone y la agencia Associated Press. De 1.000 adultos entrevistados, el 58% dijo que la calidad de la música, y el talento, estaban en decadencia. Es interesante señalar que, si bien, el 71% de esos mismos encuestados opinó que 99 centavos era un precio justo por una canción, cuando no una verdadera ganga, aunque el 75% manifestó también que los discos compactos eran demasiado caros.

Sólo el tiempo dirá si la industria musical se las ingeniará para reformarse, qué modos de actividad comercial serán los más idóneos y cuáles deberán abandonarse. Internet cambió nuestro mundo y no hay vuelta atrás. Quienes sobrevivan tendrán que restañar las heridas y encontrar la forma de seguir adelante.

Fomentar la descarga lícita

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En el mes de abril quedó “abierto” al público nuevamente el sitio www.pro-music.org tras la realización de mejoras y reformas. Lleva el lema “Todo lo que es preciso conocer sobre la música en línea” y constituye una fuente completa de documentación destinada a difundir ideas educativas y positivas sobre la música en línea. El único elemento comercial que figura en el sitio es los enlaces a un vasto directorio de sitios autorizados en que se pueden descargar obras musicales de forma plenamente lícita. Otras novedades del sitio son las siguientes:

  • noticias sobre la publicación de obras musicales en forma digital y las iniciativas en este campo;
  • las canciones que ocupan los diez primeros puestos del repertorio internacional según el número mensual de descargas;
  • consejos sobre cómo proteger la computadora y deshabilitar la opción de compartir archivos de los programas P2P;
  • una series de grabaciones y transcripciones de entrevistas a gentes que realizan labores “entre bastidores” en el mundo de la música para ilustrar el carácter complejo de ese trabajo y poner de manifiesto las oportunidades que brinda la flamante técnica digital;
  • nuevas secciones especiales para padres y maestros, los pequeños, el mundo de la empresa y el de la universidad; y
  • una nueva sección de preguntas y respuestas y de información sobre la relación entre el derecho de autor y el mercado de la música digital.

De forma simultánea a la inauguración del nuevo sitio Web de Pro-music, la asociación Childnet publicó una versión revisada de la guía “Los jóvenes, la música e Internet”. (Childnet es una entidad sin fines de lucro de carácter internacional que colabora con las instituciones estatales para hacer de Internet un lugar seguro para los niños.) La guía se redactó con la ayuda de la alianza Pro-music con la idea de conseguir que los jóvenes puedan disfrutar de la música de forma segura y lícita y sin correr riesgo alguno “en el hogar, en la escuela y también en los momentos de diversión”. Pro-music pudo apreciar que hay una verdadera demanda de esta sencilla guía práctica.

La guía estará enlazada a un sitio Web que lleva Childnet y en el que se expone abundante información sobre esta materia. Fue redactada con los siguientes fines:

  • explicar los diferentes modos de conseguir música en Internet y por medio del teléfono celular;
  • fomentar el uso de los sitios Web donde se puede adquirir música lícitamente;
  • realzar aquellas cuestiones que deben conocer el padre y el maestro: el derecho de autor, los riesgos desde el punto de vista legal y los riesgos para la seguridad del menor;
  • brindar consejos sobre cómo hacer las cosas de forma segura y sin quebrantar la ley;
  • explicar los conceptos de la música digital en un lenguaje llano que pueda ser entendido sin problemas por el padre y el maestro.

La guía se publica en forma de librillo explicativo; fue concebida para los jóvenes, pero al mismo tiempo se busca alimentar el debate entre los adultos y los pequeños. Se despachará una primera remesa a unas 5.000 escuelas y 3.000 bibliotecas del Reino Unido. Están previstas, en una primera instancia, versiones especiales para Francia, los Estados Unidos, Australia, Nueva Zelandia, Taiwán, Suecia, Argentina, China y Singapur.

 

Por Sylvie Castonguay, Redacción de la Revista de la OMPI, División de Comunicaciones y Sensibilización del Público

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