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“Cradle to Cradle” - Ciclo de vida íntegramente “verde”

Abril de 2007

De por sí el libro encarna la filosofía de los autores pues ha sido impreso en “papel” elaborado con resinas plásticas y sustancias inorgánicas, que es impermeable y sólido pero es totalmente reciclable. (Foto: W. McDonough y M. Braungart)
De por sí el libro encarna la filosofía de los autores pues ha sido impreso en “papel” elaborado con resinas plásticas y sustancias inorgánicas, que es impermeable y sólido pero es totalmente reciclable. (Foto: W. McDonough y M. Braungart)

La “sostenibilidad” está hoy de moda en el mundo del diseño. El mercado “verde” está experimentando un rápido auge y el diseño ecológico (“ecodiseño”) ayuda a las empresas a destacarse de la competencia. Hoy existe una nueva generación de ingenieros y arquitectos sensibilizados por los problemas medioambientales que enfocan su trabajo pensando en el ciclo total de vida del producto, es decir, desde el proceso de fabricación, hasta el final de la vida de un producto. Su finalidad es que se construyan fábricas no contaminantes en las que se elaboren productos seguros para el medio ambiente y 100% reciclables, concibiendo con ese fin nuevos métodos industriales y analizando todas las materias primas que se utilizan para la fabricación. Varios productos fabricados conforme a esos principios van hoy acompañados de una nueva marca de certificación, a saber, Cradle to Cradle ™ (C2C), con la que se quiere denotar esa preocupación por lo que pasa con un producto desde que es creado y hasta el final de su vida.

La marca de certificación C2C es obra de una de las figuras prominentes del movimiento, el arquitecto y diseñador industrial William McDonough, que escribió en 2002 el libro “Cradle to Cradle” en colaboración su socio, el químico alemán Michael Braungart. El enfoque de McDonough difiere del de los ecologistas tradicionales en la medida en que, en lugar de aspirar a que se reduzca el consumo, su finalidad es promover una nueva revolución industrial: la reinvención de procesos industriales que aporten soluciones saludables y crear una industria en la que “todo pueda reutilizarse, ya sea que el producto vuelva a la tierra en tanto que ‘nutriente biológico’ no tóxico o vuelva a la industria en tanto que “nutriente técnico” que pueda ser reciclado una y otra vez”. 

En definitiva, el objetivo es reestructurar la industria y la arquitectura utilizando como modelo el equilibrio de los ecosistemas naturales. Podría parecer una utopía pero existen ya empresas de la lista de 500 que publica la revista “Fortune” que han tenido la lucidez de empezar a colaborar con él. 

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Con la marca de certificación C2C (plata, oro o platino) se diferencian productos cuyo ciclo de vida está enfocado sobre la base del diseño sostenible. (Fotos:  W. McDonough y M. Braungart)

Tela “que podría comerse sin riesgo”

En 2002, el fabricante suizo Rohner Textil dio mucho que hablar en las noticias con su recorte de costos y al lanzarse a nuevos negocios y alinearse con McDonough y una empresa de diseños textiles estadounidenses, Designtex, para producir telas de tapizar biodegradables que, como ellos dicen “son tan seguras que no te pasaría nada si te las comes”.

Aunque las fabricas textiles Rohner venían ya cumpliendo la reglamentación suiza en materia de medio ambiente, los recortes que sobraban de sus tejidos se consideraban desechos peligrosos. Para producir el nuevo tejido, Climatex® Lifecycle™, se introdujeron cambios fundamentales en todos los aspectos de la producción, desde el lugar de trabajo en la fábrica a la eliminación de todos los tintes y productos químicos tóxicos, pasando por la utilización de materias primas especiales. El tejido se fabrica con lana de ovejas criadas en libertad de Nueva Zelandia y con ramie, una fibra orgánica procedente de Filipinas. En el proceso de fabricación no se generan elementos contaminantes. Tras realizar pruebas a fondo se llegó a la conclusión de que sólo 16 de los 1.600 tintes utilizados reunían los requisitos de sostenibilidad del consorcio. De ahí que Rohner afirme que hoy el agua de desecho de su fábrica es más limpia que el agua que se utiliza a la llegada de la fábrica. Los recortes que sobran son objeto de reciclado y se envían a un consorcio de cultivadores de fresas, que utilizan los desechos biodegradables a modo de capa vegetal para proteger el suelo y aislar las plantas. Además, el hecho de tener menos trámites burocráticos se ha traducido en un ahorro de los costos de producción del 20%. 

“Con nuestro nuevo enfoque, no sólo hemos dejado atrás las tradicionales respuestas que se vienen dando a los problemas medioambientales (reducción, reutilización y reciclado), sino que hemos eliminado la necesidad de reglamentación, aspectos que valorará muchísimo cualquier empresario”, afirma William McDonough.

Edificio “sostenible” 

McDonough colabora hoy también con la China Housing Industry Association, a la que el Gobierno chino ha pedido que construya viviendas para 400 millones de personas en los próximos 12 años, lo que equivale a siete nuevas ciudades. Su misión consiste en encontrar material de construcción seguro desde el punto de vista ambiental, como el polistireno de BASF, que no contiene productos químicos nocivos y puede utilizarse “para construir muros a la vez sólidos, ligeros y con gran capacidad de aislamiento”, por citar las palabras que empleó en una entrevista concedida a la revista Newsweek. Según McDonough, “la calefacción y refrigeración del edificio no cuestan casi nada, y además el edificio está tan bien aislado que incluso si hay 13 personas en el piso de arriba no se oye nada”. Y ésa es sólo una de las soluciones que ofrece en la esfera de las viviendas. McDonough ha diseñado, además, un innovador inodoro de lujo que se enjuaga sólo a base de una leve vaporización de agua y ha incluido en sus planes bosques de bambú para el saneamiento y el abastecimiento de madera. Además, transforma techos en verdaderas praderas, como el “techo viviente” de la fábrica Ford de Rouge, que purifica el agua de lluvia, lo que permite reducir costos en energía.

En la oficina

Se construyen hoy también conforme a las normas C2C cubículos de oficina. Las pruebas apuntan en la actualidad a que el PVC (cloruro de polivinilo), omnipresente en todo material de construcción, en los acabados de mobiliario y en cables, es cancerígeno y perjudicial para el medio ambiente, por lo que su utilización ha quedado prohibida en todo producto certificado según la norma C2C. De ahí que las superficies laminadas hayan sido reemplazadas por la madera y que se trabaje con suministradores de cableado exento de revestimiento a base de PVC.

Muchas pinturas contienen compuestos orgánicos volátiles (VOC) que siguen emitiendo toxinas años después de su aplicación, de ahí que en las pruebas realizadas por el organismo de protección del medio ambiente se llegue a la conclusión de que el aire al interior estaba tres veces más contaminado que el aire del exterior. Los diseñadores ecologistas han colaborado con la industria para fabricar pinturas sin COV y conformes al medio ambiente para sus locales de trabajo.

Asumir el desafío 

Son muchas las empresas que hoy están dispuestas a asumir el desafío que suponen las normas C2C. La lista de productos es larga y va en aumento, desde los pañales hasta el césped artificial, pasando por fachadas de edificios prefabricadas y sillas de oficina.

 
Techo viviente

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El techo de la fábrica Ford en Rouge:  jardín de 4,2 hectáreas repleto de pájaros y mariposas. (Courtesy Ford Motor Company)

Sembrado con crasuláceas, el techo viviente de la “Rouge Factory” de la empresa Ford contribuye a reducir el efecto térmico de la ciudad originado por extensas superficies asfaltadas y pavimentadas. Además, actúa como elemento aislante del edificio, reduciendo los costos de calefacción y refrigeración en un 5%. El polvo en suspensión de las crasuláceas absorbe el dióxido de carbono y genera oxígeno. Al proteger la estructura del techo subyacente de la radiación ultravioleta y del choque térmico causado por la sucesión de días calurosos y noches frescas, se prevé que la vida útil del techo sea más de dos veces superior a la de un techo convencional, ahorrando así millones de dólares en costos de sustitución. 

Las crasuláceas se han sembrado en cuatro capas, con un sistema similar a las alfombras, que recoge y filtra el agua de la lluvia, constituyendo uno de los componentes de un sistema natural de gestión del agua de la lluvia. En combinación con otros elementos, como los pavimentos porosos, los depósitos subterráneos y los humedales naturales, se reduce el volumen de agua de lluvia que fluye al río Rouge, mejorando así la calidad del agua. Este innovador manto de vegetación aun cuando está totalmente empapado, pesa menos de 15 libras por pie cuadrado.

(Source: www.thehenryford.org)

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